Salvatore Foti
Moreno declaró durante su visita a Perú que en Ecuador no hay Presidente preso y que no pierde la esperanza de que así sea algún día. Solo ahonda la crisis política de AP, que no comprende cómo logró poner a un Presidente tan popular y exitoso con la oposición.
Si a esto añadimos que la consulta empieza a estar al rojo vivo, debemos quedarnos muy expectantes de la profunda crisis política y, quien sabe, también social y económica a la que el país deberá enfrentarse muy pronto.
Un elemento importante nos falta para poder ser más puntuales y certeros sobre los escenarios que nos esperan: establecer cuándo será fijado el ‘Día D’ de la consulta, la fecha exacta. Se dijo que podría darse en enero o febrero y esto solo retrasa el contrataque de Correa y la inauguración oficial de la campaña por el ‘No’.
Saber la fecha es más importante de lo que aparenta. Solo entonces veremos la campaña de los adversarios de Moreno, quienes estratégicamente no le han hecho ningún ataque relevante o de fondo, a pesar de que temas hay de sobra. Ni siquiera a buena parte de la prensa, por ahora, parece interesarle.
A las arremetidas mediáticas de Moreno nadie ha querido salirle al paso con elementos trascendentales que le puedan afectar. Queda una legítima duda de por qué se habrá postergado tanto darnos a conocer la fecha exacta de la consulta popular.
Si la consulta fue un objetivo del Gobierno desde su primer día, ¿por qué no se organizaron para que se diera en noviembre o diciembre con una popularidad altísima y el tema de la corrupción bien instalado? ¿Por qué se prefiere postergarla a enero o febrero cuando por inercia o por posibles dificultades económicas mayores a las actuales, la popularidad debería bajar?
Dos posibles respuestas: se sobrestima el impacto del mandatario y de sus aliados que cantan victoria apresuradamente y olvidan que hasta Santos en Colombia podría darle consejos; o nos reservan más sorpresas en contra de Correa y de su círculo para deslegitimarlos. En cuanto sepamos el ‘Día D’ divisaremos mejor nuestro futuro inmediato que, por lo pronto, no inspira optimismo.