Réplica del terror

AUTORA Rocío Silva

El Ecuador sigue a la espera de un modelo pedagógico que oriente la formación de niños y jóvenes, urge la construcción representativa de un conjunto de relaciones teóricas y prácticas que enfrenten el fenómeno de la formación humana. El modelo pedagógico debe poner en la experiencia diaria del aula, la representación de las relaciones que predominan en el acto de enseñar, lo cual perfecciona el concepto de ser humano y de la sociedad a la que se pertenece a partir de sus diferentes esferas interactuantes: psicológica, sociológica y antropológica. El modelo educativo guía y responde a los siempre presentes cuestionamientos de la educación: ¿Para qué se educa? ¿Cuándo se forma? y el ¿con qué elementos?

Se educa para eliminar las barreras que impidan participar de los progresos de la humanidad, para asumir los desafíos que el mundo de hoy exige, para enfrentar los retos del desarrollo, para desarrollar la capacidad intelectual, moral y afectiva de las personas de acuerdo con la cultura y las normas de convivencia de la sociedad a la que pertenecen

Se forman los estudiantes, cuando el maestro es un ejemplo de vida, cuando genera imagen de autoridad y respeto. Es decir, cuando un docente es un referente en la consolidación de la propia identidad del educando. Se forma cuando un docente tiene disposición para entender sus estrategias, necesidades, valores y defectos, cuando existe una continua reflexión sobre la enseñanza y los efectos en los estudiantes, cuando se genera una filosofía frente a su accionar.

Dentro de los elementos con los que se educa están los discursos que se movilizan de cara a producir y garantizar espacios educativos, en los cuales, cada individuo tenga condiciones para desarrollar sus propias habilidades, capacidades y competencias. Además de esos espacios educativos, urge una formación permanente, una educación que acontece a lo largo la vida y que, por eso mismo depende fundamentalmente del sujeto que aprende. No bastan armatostes de cemento, a manera de campos de concentración, llamadas unidades del milenio; peor aún réplicas del terror, donde se producen abusos sexuales por centenares.