Vidrio

Patricio Durán

Desocupado lector: sin juramento me podrás creer que este artículo –parodiando al “Manco de Lepanto”- como hijo del entendimiento, fuera el más hermoso, el más discreto que podría imaginarse; pero no he podido yo contravenir el orden de la naturaleza, que en cada cosa engendra su semejante. Y así, ¿qué podrá engendrar el estéril y mal cultivado ingenio mío, sino la historia de un hombre honesto, lleno de pensamientos varios y nunca imaginados de otro alguno, que los impregnó en su tesis de ingeniero que no tiene nada que ver con el “Rincón del vago”, como quien se engendró en la “Cárcel 4”, donde toda comodidad tiene su asiento y donde todo relax hace su habitación.

En alguna celda de la “Cárcel 4”, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que se hospeda un hidalgo -que no tiene relación con el “Licenciado Vidriera”, a no ser por su transparencia como su seudónimo “Vidrio”- de los que se parecen a los circos abandonados porque no tiene funciones –pero si tiene guardaespaldas, de los que no se les puede señalar con el dedo acusador por delitos de corrupción porque no hay pruebas. Una olla de algo más de “Baca” que de borrego, una camioneta, no más de dos mil dólares en su cuenta, es todo lo que constituye su hacienda, que no tiene nada que ver con la nueva hacienda de una tal “Gaby”. Y alguien que pone sus manos al fuego por sus “compañeritos” le respalda desde Bruselas.

“Vidrio” ha encontrado en la RC el lugar apacible, la amenidad de los campos, la serenidad de los cielos, el murmurar de las fuentes, la quietud del espíritu, son grande parte para que las “Sumisas” más estériles se muestren fecundas y ofrezcan al hidalgo “Vidrio” la defensa más acérrima y no permiten su enjuiciamiento al mundo, que le colman de maravilla y de contento en la década infame, porque sus manos están limpias.