Allá

Mario José Cobo

Gentes de maneras apuradas y desconectadas corren en ansias, estáticos, escuetos, confusos y abandonados. Se marean entre ellos mismos pensando en que hay más allá del efímero presente, que se queda quieto por un segundo y se va, sí… también apresurado, el presente se va.

Que hay del universo omnipotente que lo mueve todo y lo pone a uno a temblar en aquellos caminos sucintos que son a cuesta y en zigzag. Que hay dentro de los matorrales verdes allá por detrás del gris de nuestros horizontes… ¿Qué hay?

Que hay cuando sin querer te encuentro y te me vuelves a esconder. Miro… admiro el vibrante color de la ciudad, calamitoso, horizontal, de vez en cuando vertical. Busco contar los pasos, los escalones que me das. Rebusco en curiosidad los ojos del hermano, que vacío se va cuestiona su presencia, su permanencia… busca sentir algo que no existe en las vibraciones de sus audífonos, en los espejos negros que le escupen vanidad.

Que hay entonces más allá de la vereda, no aquí, sino allá; cuando el temblor se pregunta si tiembla por hambre o por frío. Te lo cuento, te lo digo porque aquí se ha emperrado en temblar por ansiedad mientras va tirando la basura caminando por gula.

¿Qué? ¿por qué?

Porque ese seño fruncido cuando lo que estás es deprimido… porque la cara larga y la mueca chueca, ¿en dónde ha quedado tu sonrisa muñeca?… ¡Ah sí! Te la vaciaste con la última copa de ron, desperdiciada, desesperada en conservar la ilusión. Y que hay más allá… allá del corazón tuyo, al que le dueles, al que desarmas… que hay más allá de ese perfil azul de fotos aficionadas… ¿En dónde ha quedado el humano maquina?

Que hay más allá de la promesa de un pájaro… de la nube blanca en el fondo azul, que hay detrás de la hoja que cae y el bicho que muere, que hay con el sonido de la guitarra y la flauta que canta. ¿Qué hay? ¿Qué hay más allá de ti?