Isabel Robalino

Carlos Freile

La sociedad ecuatoriana en pleno ha rendido un homenaje a la Dra. Isabel Robalino por sus servicios a la Patria durante su centenaria vida. En diversos medios se han recalcado sus méritos, sobre todo en la dedicación a la clase obrera y a los pobres en general, además de su ejemplo pionero en la inserción de la mujer en la actividad profesional, en este caso el Derecho, y en la política.

En estas cortas líneas me permito recalcar el motor esencial de la variada e intensa presencia de Isabel Robalino en el devenir de nuestra sociedad. Heredó de sus padres un profundo amor por la Patria y un sentido del deber excepcional. A ello añadió una fe católica profunda, expresada en obras concretas, desde los sindicatos obreros hasta la reforma agraria. Seguidora de la espiritualidad dominicana, pertenece a la Tercera Orden Dominicana. Por eso ha seguido con tesón el ejemplo de esos preclaros servidores del pueblo de Dios de la Orden Dominicana como fray Pedro Bedón (para nombrar uno de la época colonial) y fray Inocencio Jácome (de la época republicana). Sin entrar en detalles, y como ejemplos, Bedón defendió con valentía a los indios explotados y denunció los abusos de algunos encomenderos; Jácome inició la construcción de viviendas de interés social en Quito.

En ese camino de fe católica y de espiritualidad dominica, Isabel Robalino ha encontrado el sentido de su vida, de allí deriva su entereza moral, su reciedumbre en buscar la justicia y en combatir por ella sin descanso, con perseverancia. De esa fe nace su respeto por el trabajador, por el campesino, por la mujer marginada. El ejemplo que no da es múltiple y fecundo. Toda persona de bien se une a este homenaje indispensable. Por una vez tenemos a la vista una persona realmente digna de ser mirada como modelo; en medio de tanta sombra brilla una luz que ilumina a todos, sin distingos de ideologías y de orígenes, pues Isabel Robalino ha buscado siempre la verdad y el bien, con el diálogo, con el respeto, con la tolerancia de una mujer excepcionalmente sabia y justa en el sentido bíblico.

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