Lenguaje festivo

AUTOR: Miguel Ángel Rengifo Robayo
Se dice y esto lo refiero entre comillas que existe un “diccionario de la Mama Negra” y en él constan un sinnúmero de acepciones y ceremoniales que deben ser cumplidos estrictamente; estos preceptos sin normativa previa o por desconocimiento no pueden pasar por alto ni con negativas o contradicciones, pero aun arrepentimientos.

Así por ejemplo la jocha que se constituye en un acto de solidaridad y reciprocidad, que es una contribución voluntaria, que podría ser en comparsas, bandas, juegos pirotécnicos, alimentación, o cualquier otro aporte para la esta, todo como gesto de devoción y gratitud a la Virgen o a quien en calidad de prioste decide “pasar la fiesta”.

La narrativa testimonial de la fiesta se presenta como una fuente privilegiada, el rebozo de la canasta del Agrado demuestra la bondad de nuestros campos, el trabajo de nuestros agricultores, de nuestros comerciantes, el progreso y bienestar con que este rincón del mundo se ve bendecida, Latacunga hospitalaria de gente amable, tierra de manjares y delicias inigualables como el queso de hoja, las allullas y las inigualables “chugchucaras” plato que nunca será nombrado en singular porque siempre se lo comparte.

Así también en el acto de solicitar o pedir la jocha como la colaboración, el aporte o apoyo que se solicita por parte del Prioste Mayor a quienes colaboraran compartiendo responsabilidades y que obligadamente deben dar los “acompañantes”, casi como un ritual. De lo contrario pierden el estatus en la comunidad, debiendo abandonar la misma. Leyes rígidas que no se leen en los códigos y que están determinadas por la práctica vital de los pueblos interandinos. Coincidente o no la fiesta de la Mama Negra es un símbolo de nuestra identidad aborigen, mestiza, colonial, republicana y contemporánea; son cientos de años recogidos en un acto folclórico (septiembre) y tradicional (noviembre) que custodiamos con orgullo.