No hay mal que dure cien años…

Alfonso Espín Mosquera

Montesquieu decía: “Cuando un gobierno dura mucho tiempo se descompone poco a poco y sin notarlo”. Esto nos está pasando factura en el Ecuador de estos tiempos. Un sujeto al frente del país desde hace 10 años, sin posibilidad de alzarle a ver y, aun de rodillas de hablarle bajito. Todos los gremios y colegios profesionales fueron eliminados de a poco, nunca pudo la prensa sentarse a dialogar, jamás las cámaras de la producción pudieron opinar y ser escuchadas.

Al cabo de una década larguísima empiezan a aparecer los hilos de una corrupción que hizo y deshizo de los fondos públicos como le dio la gana y cuyo destino todavía no se sabe. Tenemos un Vicepresidente sin funciones tras las rejas y el caudillo, desde un ático en Bélgica, sigue despotricando en contra de la humanidad entera. El cinismo y la audacia son el pan del día y ciertamente debe ser porque se quedaron tanto tiempo que entramparon de tal manera los acontecimientos para intentar no dejar rastro de sus fechorías.

Ahora el presidente Moreno, con la Ministra de Justicia a su lado, la misma que se rasgaba las vestiduras hablando de revolución, atacando a quien se le ponga al frente, dice públicamente que aparte de que no hay mesa servida, salvo de deudas, duda seriamente de que las acciones del anterior gobierno hayan tenido el propósito para que fracase su régimen y entonces Correa se proclame como el principal opositor y venga por más, o al menos por lo poco que queda.

Una caterva de sinvergüenzas, sagaces, pícaros, pillos, groseros, impredecibles, nos gobernaron por 10 años a su antojo, violando la Constitución cuando les dio la gana, insultando a diestra y siniestra, mofándose y lo que es más grave, festinándose lar arcas del Estado mientras se les llenaba la boca de “igualdad, equidad, de manos limpias y corazones ardientes”.

Estamos en un momento crítico en el que, entiendo, como el pensador francés, que la descomposición con motivo del tiempo le ha ido alcanzando al gobierno de Correa y personajes desagradables que todavía vemos. Irán desapareciendo porque tienen el tiempo contado y el dedo del pueblo señalándoles a la cara.

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