Vaciamiento del IESS

Pablo Izquierdo Pinos

Hacer politiquería y demagogia en salud con dinero público para mostrarse y mantener prebendas es una cínica costumbre que algunos funcionarios usan sin avergonzarse y menos rendir cuentas. El Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) es –comparado con otros sistemas del mundo- un laboratorio autónomo de inventos, sometido a decisiones personales antitécnicas en cuyo consejo tripartito, la mayoría recae en dos poderosos servidores de turno: el presidente y un vocal, quienes a su arbitrio lo reinventan.

Ningún cambio estructural, solo tapar huecos, obras de relumbrón y apariciones mediáticas: disfrazados con ropa verde inaugurando quirófanos, con mandil en farmacia verificando el ‘stock’ de 787 medicamentos básicos (Colombia y Perú tienen la mitad) o en camisa probando un teléfono rojo.

Prevenir es más barato que curar. Trabajo, buenos hábitos, educación, agua potable, alcantarillado, luz eléctrica, son determinantes que evitan enfermarse, tomar medicamentos y largas hospitalizaciones. Aquí no. Sacaron millones de dólares del Fondo de Pensiones para pasarlo a Salud, pero no para invertirlo en prevención que es lo más rentable, sino para la construcción de costosos megahospitales sin planificación y la compra de medicamentos, jactándose de que en cada hospital se gasta 80 millones de dólares cada seis meses en fármacos.

En salud todo está inventado: por cada dólar invertido en prevención el rédito es de 50 dólares. En medicamentos se estima que el 60% son inútiles y su financiación es la más regresiva, al fin y al cabo ‘fármaco’ deriva del griego ‘phármakon’ que significa ‘veneno’. Mantener un hospital (sin sobreprecio) equivale a construir uno cada tres años.

En economía de salud toda oferta crea su propia demanda y eso llevó a la ampliación del consumo de los ‘iessdependientes’. La ineficiencia en el gasto, el asistencialismo con plata ajena, nunca tomó en cuenta un limitante: los recursos siempre se agotan. Es imprescindible tener un administrador justo, que decida -asesorado por un comité técnico- en qué y cuánto se invierte, que aplique un principio básico en la optimización del gasto: obtener mayor beneficio al menor costo. Gastamos mucho y mal, lo que volvió insostenible al IESS.

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