Amoral: Robó pero hizo obra

ORLANDO AMORES TERÁN

Hemos identificado el primer rostro de la inmundicia. Faltan más rostros, de los canallas de la historia, de aquellos que atracaron los bienes de la Nación, haciéndose pasar por «revolucionarios». Y hubieron ingenuos, crédulos, idiotas y harto oportunista que les creyeron, o fingieron creerles, para medrar de la «revolución», a través de los fondos públicos, por medio de candidaturas, designaciones, cargos y contratos. Son una gran estafa, el mayor engaño desde el origen de la República del Ecuador.

Instituyeron la dilusión de la historia: todo de lo que no pueden apropiarse lo niegan, marginan, estigmatizan, desvalorizan. Lo que pueden sustraer, plagiar; lo asumen como si fuera de ellos, ejemplo: dijeron ser descendientes de Alfaro, ningún sobreviviente los reconoce como tal; ampliaron algunas «carreteras», cuyo trazado vial y construcción, fue realizado por otros mandatarios, pero propagandizaron que ellos las hicieron; destruyeron la infraestructura educativa, construida a lo largo de la vida republicana, para propagandizar las «escuelas del milenio», mal ubicadas, inservibles. Como dispusieron de 350.000 millones de dólares, que es más del doble de lo que tuvieron en cien años, todos los mandatarios anteriores juntos, impresionaron a gente sencilla, con construcciones sobrevaloradas.

Para tapar el atraco, infiltraron y corrompieron la Fuerza Pública; crearon una policía política; «metieron la mano» en la Función Judicial; establecieron un ordenamiento jurídico para controlar medios de comunicación y libertad de expresión. Hoy, el resultado es: un Contralor General de la Nación, prófugo; un Fiscal renunciado, por la insoportable podredumbre; un sistema judicial paralizado, ante la evidencia delictiva de quienes pretendían ser tenidos por «lideres». No hay frustración, ni odio contra éstos regímenes totalitarios, es repugnancia, es el asqueamiento que provoca el atraco de los bienes públicos con discurso social, «revolucionario», para confundir a ingenuos, ignorantes e idiotas, que se resisten a ver lo evidente.

No lucho porque odio el cinismo; lucho porque amo mi país.

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