Lodo

Andrés Pachano

¡Esa gavilla ha enlodado a la Patria! Sinvergüenzas.

“…Me moví en 10 países. Nunca tuve acceso directo a un vicepresidente salvo en Ecuador. Pagué 2 millones a Rivera por el puente…”.

Al margen de cualquier presunción de culpabilidad o de afirmación de inocencia, que insistente se confunde con pedido, con ruego, con clemencia por ella (a eso suenan las reiteradas palabras de los implicados en el sonado caso que ocupa la atención de la nación entera), las afirmaciones realizadas en la semana pasada por el delator de Odebrecht José Concienção, develan infamia de quienes han recibido y de quienes han dado coimas; se ha entregado al mundo la versión de una vergüenza.

Esa sola declaración, cierta o falsa -a estas alturas eso no importa- a la faz del mundo adquiere la categoría de sentencia infamante y oprobiosa; se nos reconoce más allá de las fronteras como un País de corruptos, de maniobreros, de venales; y todo por culpa de la voracidad de dinero fácil de una gavilla infame que usurpó la confianza nacional para hacer sus “negocios” a expensa de la dignidad de la patria. Es lodo aventado a la dignidad de una nación entera, arrojado sin pudor a todos sus habitantes, por unos cuantos a los que se los cuenta con los dedos de la mano y se los reconoce por el color de su satrapía.

“…Yo entraba sin registrarme al despacho…” .

Es inconcebible comprender –repito no es necesario entender si es verdad o mentira lo afirmado-, ¡que un ‘coimador’ tenga franca la vía a la segunda autoridad de una nación para sus fechorías, esas solas afirmaciones nos califican en los peores términos ante la opinión universal. Vergüenza y vergonzoso. ¿Por qué lo dijo, por qué lo afirmó?, tendrá su asidero, habrá razones; pero todo porque le abrieron las puertas para eso y mucho más.

Quizá cuando se publiquen estas líneas de ira, se sepa ya el decurso que tome esta ofensa, pero ese hecho posterior no impide exclamar la rabia contenida y el rechazo al oprobio irrogado a la patria.

Esta corrupción que ha galopado suelta y presurosa por la historia, concluye en un doloroso deicidio a los cristos que se acunan en todos los ecuatorianos.

¡No solo su prisión –que ya viene- lava la infamia!