Los préstamos entre las lenguas existieron en el país

TSACHILAS. Uno de los contactos que permitió los préstamos lingüísticos fue el de los shamanes o curanderos de los pueblos.
TSACHILAS. Uno de los contactos que permitió los préstamos lingüísticos fue el de los shamanes o curanderos de los pueblos.

Estudios etnolingüísticos demuestran que el contacto entre pueblos no solo es cultural sino también lingüístico.

El contacto entre las poblaciones indígenas de habla barbacoana que habitaron en el Litoral ecuatoriano y poblaciones de habla kichwa que vivieron en los Andes durante los primeros siglos de la conquista española creó relaciones comerciales intensas, lo que a su vez originaron la adopción de términos lingüísticos que hoy forman parte de su diario hablar.

Jorge Gómez Rendón, doctor en lingüística y director de Investigación y Post grado de la Universidad de las Artes en Guayaquil, se ha dedicado a realizar estudios lingüísticos entre pueblos de diferente proveniencia étnica, de los cuales se desprende que el contacto no solo fue entre poblaciones de los Andes colombianos, ecuatorianos y peruanos, sino también con las tierras bajas de las cuencas del Pacífico y la Amazonía y que los factores que impulsaron este contacto fueron el comercio así como la migración de poblaciones y la ocupación militar, primero, por los ejércitos del Inca, y más tarde, por los conquistadores españoles.

Los pueblos de habla barbacoana que subsisten hata hoy en el Ecuador son los tsáchilas (tsa’fiki), los chachis (cha’palaa), los awá (awapit). A estos se suman otros que ya no existen como los pastos y los caranquis, que originalmente tenían una distribución relativamente amplia al sur de Colombia y en los Andes del norte y las tierras bajas del Pacífico ecuatoriano.

Contacto e influencia

Refiere el investigador que los estudios señalan que los grupos barbacoanos costeños eran más numerosos que los serranos. Entre los primeros se contaban: malabas, niguas, yumbos, campaces, colorados de Santo Domingo, colorados de Ojiva, colorados de Palenque y chonos colorados; se suman a estos los colorados que habitaban la ceja de la cordillera occidental como: los sigchos, los angamarcas, los tomavelas y los cansacotos, así como los caras y los panzaleos en la Sierra centro-norte.

La expansión del imperio Inca hizo inevitable el contacto de estos pueblos, hablantes de lenguas de la familia barbacoana, con hablantes del kichwa. Este contacto que se mantuvo durante los primeros siglos del dominio colonial.

Desde entonces su historia fue de intenso contacto con las lenguas pre-kichwas de la región, que condujeron al desplazamiento de todas ellas en los valles interandinos en los siglos posteriores, a través de mecanismos asociados con la ocupación militar y las poblaciones mitimaes durante el incario, pero también con la evangelización e incluso la etnogénesis durante la época colonial.

PERDURA. El cha’palaa, lengua de los Chachis, es una de las pocas lenguas barbacoanas que existe en el país.
PERDURA. El cha’palaa, lengua de los Chachis, es una de las pocas lenguas barbacoanas que existe en el país.

Préstamo de vocablos

Gómez Rendón explica que el kichwa no fue una lengua originaria de los Andes septentrionales, que más bien vino desde el sur.

La expansión del kichwa en los Andes equinocciales durante los primeros siglos de colonización española condujo al desplazamiento de tres lenguas barbacoanas habladas en los valles interandinos (el pasto, el caranqui y el panzaleo). No ocurrió lo mismo con otras dos de la misma familia, el tsa’fiki y el cha’palaa, que pese a mantener un contacto intenso y prolongado con el kichwa, perduran a la fecha en el piedemonte y las tierras bajas del Pacífico ecuatoriano.

Este contacto e influencia originó que el kichwa fuera extendiéndose y adoptando vocablos de las lenguas barbacoanas existentes en ese entonces y viceversa.

Estos préstamos han podido ser estudiado en el el tsa’fiki y el cha’palaa, lenguas aún presentes. Los estudios confirman que existió una relación bastante intensa entre las tierras altas, el pie de monte y las tierras bajas, demostrando que la relación no solo se daba de norte a sur, sino también de este a oeste, es decir, entre las poblaciones indígenas de la Sierra y las que vivían hacia el Pacífico. (CM)

Evidencia del contacto

El investigador Jorge Gómez Rendón apunta que en la tradición oral de los Tsáchilas existen referencias de que recibían visitas de curanderos kichwas de la Sierra, pero también que los ponés tsáchilas (curanderos) iban a visitar a sus similares en la Sierra.

Entonces, asegura que una de las varias formas del intercambio se dio a través del curanderismo.

Lenguas que sobreviven

De las lenguas barbacoanas de la rama meridional sobreviven a la fecha solo el tsa’fiki, la lengua de los Tsa’chilas, que están actualmente repartidos en siete comunas en las cercanías de Santo Domingo de los Tsáchilas.

Y el cha’palaa, la lengua de los chachis que habitan en la parte occidental de la provincia de Esmeraldas, a lo largo de las cuencas de los ríos Cayapas, Canandé y sus afluentes.

Lenguas

estudiadas

El tsa’fiki, el awapit y cha’palaa, pertenecen a la familia barbacoana.

Se hablan actualmente en el litoral del Pacífico y en el piedemonte occidental andino,

El kichwa no es autóctono de los Andes septentrionales.

Pero se afincó en la Sierra ecuatoriana al menos desde principios del siglo XVI.

Para mediados del siglo siguiente prácticamente reemplazó a las lenguas preincas originarias que se hablaban en el callejón interandino.