Ugo Stornaiolo
El país no aguanta más. Lenín Moreno tiene una oportunidad, única, de legitimarse en el cargo desbaratando el aparato correísta. R.C. decía que el soberano podía opinar sobre todo y le consultó sobre juegos de azar, peleas de gallos y corridas de toros. Fue la ‘cortina de humo’ de la consulta de mayo de 2011 para “meter las manos en la justicia”.
R.C. en 2015 urgió a su Asamblea a aprobar 15 enmiendas para completar su obra: reelección indefinida, quitar funciones a la contraloría y a las Fuerzas Armadas, limitar a los gobiernos seccionales las consultas y poner la comunicación como servicio público, creando la Supercom.
Una clave para entender la consulta es la derogatoria de esas enmiendas, precisamente para devolver funciones al contralor -origen de la descontrolada corrupción correísta-, que las fuerzas armadas vuelvan a su tarea básica y que la comunicación cumpla su papel social.
Otro tema es el rol del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social creado como quinto poder en Montecristi, muy cercano al Poder Ejecutivo para nombrar puestos clave: procurador, fiscal, contralor, Consejo Electoral. Por su lealtad al correísmo, facilitó la corrupción.
Consultar sobre la muerte civil y política de funcionarios involucrados en corrupción, creando la ley de extinción de dominio. Terminar el secuestro presidencial de las funciones del Estado. Eliminar los cinco poderes. Devolver el IESS a los ciudadanos, derogar la Ley de Plusvalía, consultar sobre el Yasuní y la minería y cesar las funciones de Contralor, Fiscal, Procurador, CNE, Cpccs, Judicatura y Corte Constitucional.
Puede preguntar si deja vacante el cargo de vicepresidente (creando la figura de presidente del consejo de ministros), terminar el dominio del partido único e impedir que el Presidente sea jefe de todas las funciones. Si lo hace, tendrá apoyo. Debe evitar la tentación de la Constituyente (propuesta por los halcones correístas), donde podría ser cesado de su cargo y permitir la vuelta del caudillo neopopulista que maniobra, más que nunca, en su ático de Bruselas.