El silencio

Eduardo Naranjo Cruz

La computadora humana llamada cerebro es acumulación infinita de información, trasmitida por los genes desde la emergencia humana, cuya ínfima cantidad es sensible a la conciencia que nos identifica como unidades pensantes.

‘El color del silencio’, novela recién publicada por Germánico Mayorga Basantes, distinguido médico cotopaxense, nos lleva con agilidad por páginas matizadas de recuerdos del viejo Quito y sus relaciones con el Litoral. Aporta al ‘quiteñismo’, narrando detalles enmarcados en el siglo pasado, probablemente desconocidos para la gente joven, pero el fundamental compromiso del autor es su dramático enfoque para describir el proceso de una enfermedad muy difícil aún de entender para la ciencia, el ‘Alzheimer’.

Los personajes se deslizan sobre la secuencia de sus páginas, ilustrando al lector las emociones, pasiones y actitudes que se ciernen en torno al médico afectado, que trata de entender sus síntomas infructuosamente. La familia como el grupo social que le rodean no comprenden la situación, observando un hombre de alto nivel cultural, económico y político desvaneciéndose en las brumas de sus circuitos neuronales, cambiando de un escenario luminoso a una situación hostil y lamentable.

Se describe desde la ciencia y la literatura a un protagonista que, de imagen activa y bondadosa, afectado por la enfermedad, desciende a los infiernos al perder su yo, esto matizado detalladamente con personajes reales afincados a recuerdos y hechos que conformaron nuestra historia reciente y correteada por las calles del viejo Quito, que en aquella época era el centro del mundo para quienes lo vivieron. Argumento sostenido y motivante al lector de un drama humano que advierte nuestra fragilidad y alecciona al lector con ritmo atractivo e ilustrador.

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