La masacre continúa

La comunidad mundial se sorprende por muchas cosas terribles que suceden a diario, pero los organismos internacionales son impotentes y ciegos ante esos mismos hechos.

Donde mora la libertad, allí está mi patria”. Benjamín Franklin Estadista y científico estadounidense (1706-1790)

Basta conocer lo que ocurre en la República de la Unión de Myanmar –antigua Birmania– donde el Ejército persigue en forma sangrienta a los rohinyás, la minoría musulmana excluida en esta nación asiática. Van más de mil muertos y suman medio millón las personas que, ante esta situación, están huyendo, con riesgos y penurias, hacia la vecina Bangladés, donde tampoco los quieren. Todas estas gentes se encuentran en una tierra de nadie, aguantando hambre, víctimas de enfermedades y mal tiempo, acampando donde pueden, con miles de niños en sus brazos, sin que a nadie le importe nada esta situación.

Los rohinyás, considerados como la mayor población apátrida del mundo, son tratados desde hace años como extranjeros en su propio país donde más del 90% de la población es budista.

Solo es digno de libertad quien sabe conquistarla cada día”. Goethe Poeta y dramaturgo alemán (1749-1832)

Lo paradójico es que Myanmar o Birmania está liderado por Aung San Suu Kyi, a quien le fue conferido el premio Nobel de la Paz por su lucha a favor de los Derechos Humanos. Ahora la dirigente no sabe cómo explicar al mundo lo que sucede, que no es más que una limpieza étnica que no se veía desde los tiempos de Hitler. Es el resurgir de odios milenarios por motivos religiosos.

Mientras tanto las Naciones Unidas si bien condenan la situación son incapaces de plantear una solución. Y, en definitiva, callan. Dejan que la masacre se perpetúe. Igual que ocurrió en Bosnia y Ruanda.