La modernidad no llega a planteles fiscales

María Elena Silva
María Elena Silva

En las escuelas y colegios fiscales aún no se saca ventaja del desarrollo de las tecnologías de la información y comunicación. El uso de celulares y dispositivos similares es prohibido para niños y jóvenes dentro de los establecimientos.

En la Unidad Educativa Espejo de Quito, por ejemplo, alrededor de 2.000 pequeños no cuentan con profesores que les enseñen cómo usar una computadora, pues el año pasado se decidió cerrar el laboratorio de Informática.

A los propios profesores todavía les cuesta adaptarse a las ventajas de la modernidad. Al azar, este Diario escogió el colegio Manuela Cañizares y la Unidad Educativa Espejo, dos de los más emblemáticos de Quito, para hablar sobre el tema con los docentes que tienen más trayectoria.

En el caso del primero Carlos Sánchez, quien ha dedicado 30 de sus 63 años a la docencia, concuerda con Guillermo Anchatipán, de 50 años de edad y 22 de carrera en el Magisterio, en que “los estudiantes han perdido la capacidad de razonamiento” con las opciones que tiene Internet.

Mientras María Elena Silva, de 55 años de edad y 35 años como docente, cree que los niños de ahora son más revoltosos y que controlar la disciplina se ha vuelto un ‘dolor de cabeza’.

“Los niños son rebeldes”

María Elena Silva

Tiene 55 años de edad y 28 (de 35 carrera) como profesora de la Unidad Educativa Espejo

“Yo inicié mi carrera en el Magisterio, a los 21 años de edad, en una escuelita unitaria de Manabí. En un solo salón les ubicaba a 10 niños con una mirada a un lado de la pared, 10 al otro lado, 4 niños para acá, otros para allá, y todos eran de diferente edad.

Los niños eran sumisos, obedientes, eran más tranquilitos; la voz de la maestra tenía mucha autoridad; los padres de familia eran unas personas muy colaboradoras, respetaban mucho al maestro.

Ahora, los niños son rebeldes; ahora les dicen que son hiperactivos, el sicólogo le dora bien bonito a la píldora, antes eran niños malcriados, pero no lo había antes. Aquí la palabra castigo ya no se aplica, hay un código de convivencia y los niños conocen sobren las faltas graves y leves que no pueden cometer.

Aquí no se les permite que traigan tablets, juguetes, teléfonos, nada que tenga que ver con tecnología porque los niños se distraen o, a veces, pueden apropiarse de las cosas ajenas. Todos los deberes deben ser entregados en papel escrito.

En esta institución, en la malla curricular, ya no se da Informática; hasta el año anterior se daba informática, ahora ya no tenemos docente, por lo tanto, los deberes son escritos, son muy cortos, porque ahora es prohibido enviar deberes que el niño tenga que emplear más de media hora.

Cuando inicié mi carrera, los deberes eran más largos, las lecciones eran memorísticas, en cambio ahora, los trabajos son más cortos”.

Carlos Sánchez
Carlos Sánchez

“Educar en libertad es súper difícil”

Carlos Sánchez

Tiene 63 años de edad y 25 (de 30 años de carrera) en el Colegio Manuela Cañizares.

“Cuando empecé mi carrera parece que los roles estaban muy definidos en cuanto a las responsabilidades y atribuciones que teníamos todos los estamentos del colegio. Parece que las fronteras eran infranqueables, había pocas posibilidades para el diálogo, para buscar consensos.

Los estudiantes tenían una actitud reverencial y permanente pasiva en cuanto a la producción del conocimiento pasivo. Siempre el respeto era un motivo de exigencia para los estudiantes pero no para nosotros, yo creo que hasta ahora hay un problema en ese sentido porque todavía hay profesores que no contestamos el saludo de los estudiantes y no me parece que es así.

A la final el miedo, la autoridad que uno imponía, las leyes estaban a favor nuestro, los papitos venían a autorizarnos ciertos niveles de castigo a sus hijos, los papás veían con mucho gusto que reprodujéramos la conducta que yo me supongo tenían a nivel familiar.

Ahora las cosas son más complejas, desde mi punto de vista, precisamente porque –me parece a mí- la educación en libertad es la única forma de arreglar este mundo. Pero educar en libertad es súper difícil porque solamente quienes se saben libres pueden decir lo que piensan y lo que creen y crecer conjuntamente con el maestro.

En este colegio ya no tenemos biblioteca, está cerrada. Los chicos ya no asisten para una consulta o para una muy puntual, o para hacer trabajos en grupo. Ya eso de ir a la biblioteca a leer el libro, cuando puedes descargarte del Internet en tu casa.

Está bien que el estudiante ingrese permanente al Internet, nosotros mismo los maestros qué haríamos sin él. Ahora está en nosotros enseñar algunos mecanismos a través de los cuales el estudiante se vea obligado a razonar, por ejemplo, un control de lectura”.