Una escuela muy quiteña

Maestro. Francisco Cevallos, uno de los guardianes de la enseñanza tradicional. (Foto: Fundacion Escuela de Arte Quiteño)
Maestro. Francisco Cevallos, uno de los guardianes de la enseñanza tradicional. (Foto: Fundacion Escuela de Arte Quiteño)

Susana Freire García

En septiembre se conmemora un año más de la declaratoria de Quito como Patrimonio Cultural de la Humanidad por parte de la Unesco. Resulta necesario comprender la importancia de este reconocimiento, que no solo debe ser utilizado como un imán para atraer turistas

Y qué mejor manera de adentrarse en este ámbito, que el de estudiar y poner en valor aquellas técnicas que utilizaron nuestros artesanos, y que dieron tanto renombre a la Escuela Quiteña.

Proyecto artístico

En la casa en la que antiguamente funcionaba el Instituto de Cultura Hispánica se respira nuevos aires gracias a la iniciativa de los artistas Adrián Cerón y Catalina Ávila, quienes dirigen en este espacio la Fundación Escuela de Arte Quiteño.

Cerón -quien se formó como tallador y escultor en la Escuela Taller Quito (que funcionaba en la antigua maternidad)- da detalles del proyecto que ganó junto a su compañera el cual fue auspiciado por la OEI (Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura), cuyo premio les permitió implementar un pequeño taller de producción en las instalaciones de la mencionada escuela.

Aunque la acogida fue muy buena, no pudieron seguir trabajando, pues se les impidió el uso de dichas instalaciones (hasta la fecha no pueden retirar sus instrumentos de trabajo), por cuestiones burocráticas.

TOME NOTA
La Fundación Escuela de Arte Quiteño se encuentra en las calles Olmedo y Benalcázar, en el Centro Histórico de Quito.Tras este tropiezo decidieron trabajar de manera independiente en el sector privado. Establecieron un convenio con el Instituto de Cultura Hispánica para fundar una escuela (2015), en la que se impartiesen las antiguas técnicas y oficios vinculados a la Escuela Quiteña.

Con limitados recursos han implementado diversos talleres (tallado, escultura, caligrafía, pintura artística, diseño y elaboración de joyas, talabartería, bordado y vitrales). Estos son dirigidos por ocho artesanos (de la extinta Escuela Taller Quito y de la antigua Escuela Legarda).

Para ingresar no existe ninguna limitación. Además, en su calidad de fundación, Cerón comparte que pueden capacitar a personas de escasos recursos económicos finansiándose con el ingreso proveniente de las personas que sí pueden costearse los diversos cursos que imparten. La formación es un 90% práctica y un 10% teórica.

Valor patrimonial

En la actualidad poco o nada se conoce sobre técnicas antiguas como la elaboración de la cola de conejo o la utilización de la vejiga de borrego, ya que la inmediatez de la vida cotidiana exige que un producto sea práctico lo que no implica necesariamente que sea artístico.

Lo último guarda relación con el escaso reconocimiento social que tienen los oficios antiguos, cuyo valor patrimonial es invisibilizado por la vorágine comercial.

EL DATO
Los cursos se imparten en tres niveles, cada uno dura 20 horas.Por esto, Cerón considera que el centro de la ciudad debería convertirse en el espacio idóneo para que los artesanos independientes cuenten con el apoyo necesario para montar sus talleres.

Para Cerón, este proyecto va más allá de lo personal, ya que está íntimamente vinculado con su amor hacia la ciudad y su deseo de cambiar vidas a través del arte. Esta última reflexión permite decir que, cuando se habla de patrimonio, se lo debe hacer desde la educación y el sentimiento; caso contrario, se corre el riesgo de que la calidad de patrimonio cultural que tiene Quito carezca de lo más importante: su valor humanístico y la responsabilidad ciudadana que implica vivir en una urbe patrimonial.

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