Desde el barrio

Andrés Pachano

“…Arcilla cocida y dura / alma de verdes collados / barro y sangre de mis hombres / sol de mis antepasados…”.

Se dice que en el humeante calor de una noche de bohemia, entre otros hermosos cuartetos, se escribieron esos hondos versos que, a la luz del tiempo y a la distancia de las nostalgias, han devenido en una suerte de himno que resume las hondas tristezas de nosotros los ecuatorianos del ande, de los nacidos en los valles interandinos de taciturnos anocheceres. Son versos como un emblema de nuestras ecuatorianas melancolías.

Ese cuarteto, que nos dicen corresponde al pintor Jaime Valencia (al fin y al cabo todo pintor en esencia es poeta) es parte de esa bella composición a la que las circunstancias la llamó ‘Vasija de Barro’, que con el ritmo –telúrico lo califica Gonzalo Benítez- de un ‘Danzante’ andino, suma a otros tres cuartetos, sentidos, enraizados con el alma nacional.

El primer cuarteto, al que el tiempo y circunstancias lo convirtieron en leit motiv de la canción, habría sido escrito por el inmenso poeta Jorge Carrera Andrade, el ‘Hombre Planetario’; todos alguna vez tarareamos su “… yo quiero que a mi me entierren…” , versos que, a decir del autor de la música Gonzalo Benítez en su libro que es suerte de memoria del dúo musical que lo conformó con Alberto Valencia, fueron motivados por la impresión que en el autor causara el óleo ‘El Origen’ que al momento pintaba Oswaldo Guayasamín en esa madrugada de cálida juerga creativa del 7 de noviembre de 1950.

El segundo cuarteto se dice que corresponde Hugo Alemán, el poeta de ‘Distancias’, ‘Del Ayer’, de ‘Presencia del pasado’, se entienden entonces bien sus hondas letras que claman “…cuando la vida se pierda tras una cortina de años…” .

Benítez nos cuenta que el colofón de esta creación colectiva lo puso Jorge Enrique Adoum al escribir el último cuarteto “…de ti nací y a ti vuelo / arcilla vaso de barro…” .

Vasija de Barro es una composición colectiva, de improntus, nada preconcebida. Su música la endosan a Alberto Valencia, aún cuando Gonzalo Benítez afirma ser su autor, que el imaginó esta endecha, guitarra en mano, en el frío cemento de unas gradas, al calor de las tristezas.