Polipublicidad

Eduardo Naranjo Cruz

Todo cambia y hoy más rápido que nunca. Las acciones de persuasión masiva, antes conocidas como propaganda de ‘propagare’ para difundir la fe de los cristianos, pretendió una imposición ideológica, que también optaron los partidos políticos en su momento; sin embargo, hoy estas fes optaron por la técnica publicitaria, que es ofrecer creencias como mercancías.

La publicidad hoy usa elementos sofisticados y sutiles, tenemos buenos ejemplos, uno es el del gobierno que terminó su década y el del actual y al parecer tomaron la idea otros grupos, como el caso de la venta de marca ciudad que hizo y lanzó Guayaquil justo antes de las elecciones, que resultó muy exitosa a esa gran urbe, a la que ahora han visitado una gran cantidad de ecuatorianos.

La campaña publicitaria ‘Guayaquil es mi destino’ sumó los réditos, hace una buena oferta al público nacional como internacional de la ciudad y paralela a otras acciones como declarar al puerto como ‘ciudad de oportunidades’ dan un buen impulso a su imagen en la que de hecho subyace una intencionalidad del conocido grupo político que la gobierna.

El gobierno anterior y el actual han hecho uso intensivo de este sistema, que además favoreció financieramente a un buen número de medios de comunicación y agencias, que tuvieron su parte; con la misma fórmula entró en la danza el banco de Guayaquil con su eslogan ‘lo mejor está por venir’, que se intensificó en época electoral y que auguraba la llegada de un nuevo modelo de gobierno.

Generalmente los hechos muestran realidades diferentes a la oferta, tanto en los productos comerciales como en la política, hay productos que son una verdadera estafa al público consumidor y de igual manera las ofertas políticas constituyen ‘imágenes’ que nunca llegan a ser concretadas.

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