Islas Galápagos II

Patricio Durán

La presencia de la flota pesquera china –con más de trescientos barcos está considerada como la fuerza depredadora de recursos naturales más poderosa y ominosa del planeta- cerca de la reserva marina de las Islas Galápagos, me ha puesto los pelos de punta porque significa la presencia de una flota mucho más grande que la de nuestro país. Esto me ha motivado a escribir una serie de artículos sobre las islas encantadas, por lo que, continúo con mi artículo anterior en el que exponía mi experiencia de vida por más de seis años en las islas, mis actividades marineras en un velero catamarán; realicé un curso de buceo por lo que soy buzo certificado, con licencia, en fin, me sentía realizado al vivir en un paraíso, pero, como lo contaré más adelante, todo paraíso tiene su serpiente.

Al sentir el estro -la inspiración creadora de los poetas- escribí el poemario “Poesía Insular”, cuyo prólogo dice: “Las Islas Galápagos son sin lugar a dudas un verdadero paraíso. Allí pude encontrar el lugar ideal para trabajar y sobre todo para escribir. Se dice que la poesía nació gracias a la capacidad del ser humano para asombrarse ante la naturaleza, y las islas encantadas son el lugar ideal para ello: su mar color turquesa, salpicado de bellas islas volcánicas; sus costas, recortadas por una continua sucesión de cabos, golfos, ensenadas, su flora y su fauna provocan admiración y asombro a todo el que visita este singular archipiélago”.

Mi pasatiempo favorito en las “islas huérfanas” –otro calificativo de las Galápagos- era bucear en sus cristalinas aguas. Ahí me llevé más de un susto con tiburones, lobos marinos, mantarrayas, etc. El tiburón de aleta blanca y el “martillo” son los más abundantes. Galápagos está considerado –por tercer año consecutivo- como el lugar número uno en el mundo para bucear. Continuará.