Cuidado con los tiempos y ritmos

POR: Fausto Jaramillo Y.

Aún no se cumplen 100 días desde que Lenín Moreno asumió la presidencia de la república y ya, muchos ecuatorianos, especialmente los que no desean volver a escuchar el nombre de Rafael Correa en la política ecuatoriana, claman a gritos que desaparezcan todas las huellas del nuevo habitante de Bélgica.

Es tal su anhelo que no entienden que no aceptan la existencia de una Constitución y unas leyes a las que el Presidente Moreno juró respetar, y quisieran que simplemente por decreto llegue el Ecuador que ellos han diseñado en su imaginación. Pero, la realidad política, la realpolitik, que hablan los académicos tiene otros tiempos, otros ritmos.

El Presidente Moreno, a pesar de pertenecer a AP, no cuenta con el respaldo de una mayoría dentro de la Asamblea; por el contrario, en estos días se ha demostrado que esa mayoría está a favor del anterior presidente y de ese ambiguo personaje que es el vicepresidente del anterior y del actual gobierno. Entonces, el presidente debe proceder con cautela, caminar paso a paso y tensar la cuerda hasta donde pueda. No es deseable que por “borrar las huellas del correísmo”, ponga en riesgo la estabilidad del régimen y la paz de la república.

Parecería que esto que es tan evidente, no alcanzan a mirar ciertos líderes políticos y que en su afán de hacer un borrón y cuenta nueva en la institucionalidad del país, se lanzan con anteojeras a destruirla.

El presidente tiene por delante una tarea colosal que es enderezar la economía del país. La crisis que ya vivimos es aún pequeña a la que vendrá, si no se toman las medidas extremas que deben tomarse y para ello, el mandatario, debe contar con el apoyo de todas las fuerzas sociales y políticas. Sin ese apoyo, ante el primer decreto que, sobre la materia, firme el presidente, la estabilidad del régimen sufrirá serios embates sociales que podrían poner en riesgo la existencia misma de la democracia en el país y el retorno de los fantasmas de tiranos populistas.