Acto de constricción

Rocío Silva

Para empezar esta columna, referiré la concepción de incertidumbre del sabio francés Edgar Morin, quien sostiene “La historia no constituye entonces, una evolución lineal. Ella conoce turbulencias, bifurcaciones, desviaciones, fases inmóviles, estadios, periodos de latencia seguidos de virulencias como en el cristianismo el cual incubó dos siglos antes de sumergir el Imperio Romano; procesos epidémicos extremadamente rápidos como la difusión del Islam. Es un enjambre de devenires enfrentados con riesgos, incertidumbres que involucran evoluciones, enredos, progresiones, regresiones, rupturas”. A casi tres meses de instaurada la presidencia del Lcdo. Lenín Moreno en el Ecuador, muchas situaciones impensadas se han ido dando, en el escenario político; cada día hay nuevas develaciones sobre corrupción, despilfarro, abuso de poder.

El ejercicio del poder, bajo cualquiera de sus formas, tiene algunas semejanzas con el consumo de alcohol, drogas o tabaco, y no se aleja demasiado de lo que ocurre con el juego o cualquier otra adicción. Los individuos que se han acostumbrado a ciertas situaciones parecen tener serias dificultades para abandonarlas y se someten a una atracción ilimitada por las sensaciones que les produce seguir haciéndolo. Luego de un lapso considerable, cuando ese comportamiento se transforma en rutina, no pueden dejar todo de la noche a la mañana, no al menos sin sufrir dramáticamente, las inevitables consecuencias que ello ocasiona.

Esta comparación puede resultar algo audaz desde lo conceptual, pero la abstinencia que se produce al dejar de ejercer un cargo, permite trazar este paralelo e intentar recorrer imaginariamente esta analogía que ayuda a comprender el trágico proceso por el que atraviesan los poderosos.

¿A quién acudirá Rafael Correa cuando se ve sin sus asesores-lacayos, esbirros, aduladores, guardaespaldas, acólitos sanducheros? ¿Tendrá el suficiente coraje? Para decirse a sí mismo que tiene miedo, porque ya no es ovacionado con todo un tinglado armado para el actor fanfarrón que de a poco cayó en el olvido. El poder tiene un costo muy elevado que es la soledad, entretejida de miedo y dolor; ya pues en este punto al expresidente no le queda de otra, que terapia ocupacional acompañada del acto de constricción.