Bogotá: distintos espacios para visitar en la capital colombiana

Monserrate. Esta iglesia es el cenit del peregrinaje bogotano.
Monserrate. Esta iglesia es el cenit del peregrinaje bogotano.
Detalle. Una escultura de Cristo tras la crucifixión en la Catedral de Sal.
Detalle. Una escultura de Cristo tras la crucifixión en la Catedral de Sal.
Viaje. El Tren Turístico arribando a la parada de Usaquén.
Viaje. El Tren Turístico arribando a la parada de Usaquén.
Grafiti. Un mural que evoca un mundo felino animado.
Grafiti. Un mural que evoca un mundo felino animado.
Vista. Atardecer bogotano en La Candelaria.
Vista. Atardecer bogotano en La Candelaria.
Sabor. La cata de café puede ser disfrutada en el viaje.
Sabor. La cata de café puede ser disfrutada en el viaje.
Interior. Catación Pública cuenta con toda la infraestructura para el arte barista.
Interior. Catación Pública cuenta con toda la infraestructura para el arte barista.
Interior. Catación Pública cuenta con toda la infraestructura para el arte barista.
Interior. Catación Pública cuenta con toda la infraestructura para el arte barista.
Interior. Catación Pública cuenta con toda la infraestructura para el arte barista.
Interior. Catación Pública cuenta con toda la infraestructura para el arte barista.
Sazón. Preparación de sancocho con turistas en el Mercado La Perseverancia.
Sazón. Preparación de sancocho con turistas en el Mercado La Perseverancia.

Damián De la Torre Ayora

Desde el cerro de Monserrate, a 3.152 metros, Bogotá parece una escultura moldeada en arcilla: el rojo de los ladrillos impera a lo lejos. La Basílica del Señor de Monserrate es tan solo la ‘cereza del pastel’ de la vista más espectacular sobre una parte de la capital colombiana. En los predios del templo, la imagen de la Virgen Morena y la del Cristo Caído son las que más atraen a los fieles y a los turistas, quienes pueden ascender por el cerro caminando, por el Funicular o por el Teleférico.

Si se elige la opción del Funicular y la experiencia de viaje resulta corta, los visitantes tienen la oportunidad de que su recorrido sobre las rieles sea aún mayor. Y las rieles parecerían ser el trayecto para llegar a los santuarios sorprendentes. Esto, porque en tren se puede llegar a la ‘Primera Maravilla de Colombia’: la Catedral de Sal de Zipaquirá.

Una construcción rústica de tejas está en medio de la modernidad del sector de Usaquén, en Bogotá. Esa es la parada del Tren Turístico de la Sabana. La antigua locomotora está en buen estado y permite un recorrido de alrededor de 30 kilómetros para llegar a este templo ambientado dentro de una mina de sal. El viaje resulta placentero no solo por admirar el paisaje y los barrios periféricos de la capital, sino que la música es parte del trayecto. La música en vivo, donde el acordeón y la cumbia predominan, va de vagón en vagón para deleitar al oído, y para deleitar el apetito, las clásicas empanadas colombianas están al alcance.

Y es que ‘Colombia es realismo mágico’, y la magia entra por los ojos, los oídos y por la boca… por todos los sentidos, pero, sin duda, el del gusto es uno de los más favorecidos.

Gastronomía

Justamente, entre Bogotá y Zipaquirá se encuentra el restaurante El Pórtico, una antigua casa de hacienda que da vida a uno de los restaurantes más tradicionales del país. Todos los platos tradicionales pueden servirse, pero un autentico ajiaco resulta una buena opción para el paladar.

EL DATO
Para farrear, un punto imperdible es Andrés DC, uno de los espacios icónicos de Bogotá.Bueno, las opciones son múltiples y pueden ir desde sitios tradicionales hasta espacios de vanguardia. Los comensales pueden disfrutar de una bandeja paisa en lugares como Casa Vieja (que posee uno de los mejores chicharrones) o pueden experimentar sabores con las propuestas gastronómicas de los hermanos Rausch en Bistronomy, uno de los lugares imperdibles en Usaquén.

Claro que el sabor no solo se encuentra en los restaurantes, pues propios y extranjeros pueden servirse un buen sancocho de pollo en el mercado La Perseverancia, uno de los sitios de comida más emblemáticos de Bogotá y que desde hace décadas encanta a propios y extraños. Lo mejor es que uno mismo puede preparar su propia sancochada, pues turismo hay para todos los gustos.

Dari Cogoyo es una de las chefs del lugar. Ella está junto a un grupo de periodistas de Venezuela y Ecuador, quienes colaboran en la preparación del sancocho: unos pican la yuca y las especies, otros pelan las papas y los verdes. Al final, todos se sientan a la mesa y se sirven uno de los platos más populares del país cafetero, donde el café es la bebida por excelencia.

Para degustarlo de mejor manera, uno puede tomar una clase rápida -por tema tiempo- de café. Tras el aprendizaje uno no se convierte en barista, pero sí está en la capacidad de apreciar un buen café y de aprender la mejor forma de prepararlo. Catación Pública, también ubicada en Usaquén, es uno de los espacios recomendados para degustar la bebida.

Arte y artesanía

Si bien Bogotá es una escultura mágica de ladrillo, en su interior varios espacios la convierten en una mina de oro y de esmeraldas. El Museo del Oro es un lugar de visita de cajón, al que hay que destinarle tiempo para conocer la historia precolombina desde la orfebrería. Varios objetos de oro muestran la cosmovisión de nuestros ancestros aborígenes y trasladan a leyendas de kilates como la historia de El Dorado.

TOME NOTA
El ticket aéreo Quito-Bogotá tiene un costo asequible. La reciente aerolínea Wingo ofrece pasajes a $200 (incluidos impuestos).Por su parte, en La Candelaria, el corazón del centro histórico bogotano, puede apreciarse a los vendedores informales de esmeraldas, así como hay espacios de venta de esta piedra preciosa todo un ícono de Colombia, que se caracteriza por la contención, la explotación, la comercialización y la exportación de este recurso natural del que puede conocerse con detenimiento en el Museo de la Esmeralda.

Las calles de Bogotá no solo son una metáfora de la minería, pues las ‘paredes rolas’ pueden verse como un petroglifo contemporáneo, donde la mano del hombre sigue interviniendo con su arte. Esto, debido al arte urbano. Los grafitis se encuentran por cualquier lugar. Bogotá es una de las ciudades más grafiteadas del mundo. Los distintos estilos se han tomado varias paredes de la ciudad y han hecho de La Candelaria un epicentro creativo. El Chorro de Quevedo puede ser el inicio de un viaje interminable por el grafiti.

En fin, si Macondo necesitó de ‘Cien años de soledad’ para conocer su historia, Bogotá –que es igual de mágica- necesita de la misma obra monumental para aproximársele. Por lo pronto, se espera que estas breves líneas hayan sido un anzuelo para motivar el interés por conocer una ciudad que encanta.