DE DÓNDE PECATA MEA

Creo que resulta muy claro para todos, para ustedes y para mí, que la corrupción no es un patrimonio de tal o cual personaje, de tal o cual partido o movimiento político; ni siquiera pertenece a una época o a una sociedad en particular. La historia nos muestra que la corrupción ha estado presente desde hace siglos y en todo pueblo y en todo país.

Pero, lo que resulta más doloroso es que aquellos líderes o aquellos movimientos o partidos políticos que llegaron al Poder, predicando la honestidad, anunciando con trompetas sus “manos limpias” sean, en realidad, un club de sátrapas.

En los últimos años, varios han sido los presidentes vitalicios o democráticos, que han gobernado América Latina, apelando a la honradez como su patrimonio, seduciendo a las masas con un discurso cargado de sofismas éticos y gritos rimbombantes de honestidad, pero que en realidad no han sido otra cosa que falsos profetas, mentirosos enfermizos y ambiciosos dipsómanos de la riqueza de un Estado.

Ahora se conoce, por ejemplo, que un hijo de Fidel Castro, atracó hace unos meses, un lujoso yate de varios millones de dólares, en la rada de Barcelona-España. ¿De dónde, pecata mea, se pregunta el humilde trabajador cubano, pudo adquirir los fondos como para tener un bien tan deslumbrante?

Y no es el único caso, no es desconocido que la hija de Hugo Chávez, un coronel del ejército de Venezuela, es hoy día, la mujer más rica de su país y el monto de su fortuna se codea con la de los grandes magantes del mundo. Daniel Ortega, el eterno presidente de Nicaragua, soldado de la guerrilla Sandinista, es hoy por hoy el hombre más rico de su país.

La ex presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, está siendo procesada por la justicia de su país por enriquecimiento ilícito y varios de sus más cercanos colaboradores están presos por lavado de dineros; incluso a su hija de apenas 18 años, y que nunca ha trabajado, le fueron decomisados unos 4 millones de dólares en una de sus cuentas.

La semana pasada, en Brasil, el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva, fue condenado a 9 años de cárcel por lavado de dinero.

¿Qué ha pasado? Los líderes que en su momento dijeron amar a los pobres, al parecer sus palabras se referían a ellos mismos, pues, llegaron al Poder con una pequeña fortuna, pero hoy pertenecen al club exclusivo de los grandes millonarios.

¿Será que en el Ecuador, sucedió algo parecido?