Martín, triunfador

Jorge Oviedo Rueda

Un juez le acaba de dar la razón al “pelagato” Martín Pallares. Su acusador, Mashi Rafael, quería que le condenaran por atentar a su honra y su buen nombre. A mi juicio, y en honor a la verdad, Correa tiene razón.

La “trucha” oposición se ha convertido en algo así como el periodismo basura de la política, especie de “En corto” o de “Vamos con todo”, donde se critica nimiedades como la forma de andar de los personajes o el color de sus prendas íntimas. No de otra forma se puede entender que un periodista escriba lo siguiente: “Es perfectamente posible imaginar a Rafael Correa detenido por la policía saliendo por la ventana de una casa…, con un lote de joyas en sus manos, diciendo a sus captores que no estaba robando sino que entró para regar las plantas del vecino y, como vio que había unos objetos brillantes tirados en una caja fuerte, pensó que lo mejor era sacarlos a la calle para preguntar a los transeúntes si les pertenecía o no. Y claro, también hay como imaginarlo diciendo que eso no es delito”.

Creo que ni un delincuente prontuariado puede aceptar semejante ofensa. “Es posible”, dice Pallares, imaginar a Correa robando y negando el robo. Claro, no dice que es ladrón ni que es cínico, pero hace algo peor que es suponerlo.

No porque es un colega periodista podemos cerrar los ojos a esta forma de hacer periodismo. No está mal usar el periodismo para hacer política, pero tenemos que esforzarnos para no salirnos de los límites de la objetividad y el decoro.

Un periodismo combativo es necesario para oponernos a las pretensiones tercerizadoras del sector empresarial, a su propuesta de fomentar el salvaje capitalismo que tantas lágrimas nos cuesta, pero, como lo hace Pallares, no se hace oposición, se alimenta el amarillismo de opinión.

[email protected]