Restos arqueológicos en buen estado y un sinnúmero de pedazos de otras piezas forman parte del museo creado en el centro turístico Waliman, ubicado en la parroquia de Peñaherrera (Íntag-Cotacachi-Otavalo).
Sus dueños, los hermanos Pereira, herederos de 83 hectáreas de terreno, dedicados a la agricultura y al turismo, se han convertido en “guardianes de la cultura”, según las palabras de Romel, uno de los que permanecen en el lugar.
Waliman está asentada en una meseta con ricas tierras aptas para la agricultura y la ganadería. Y es precisamente debido a estas actividades que encontraron, años atrás y por casualidad, varias vasijas, restos humanos y otros objetos que, según estudios realizados, pertenecieron a los quitu cara, los yumbos y los caranquis que allí habitaron, con diferentes tiempos y dejaron su legado bajo tierra.
Reviviendo la cultura
De acuerdo con el relato de Romel Pereira, la zona fue abandonada por los indígenas debido a una epidemia que no pudieron controlar y los sobrevivientes fueron a poblar una parte del norte de Pichincha, Cotacachi y Otavalo.
En Waliman se han identificado 38 tolas, tres pirámides, un centro ceremonial y una fuente de purificación que son visitadas con frecuencia por turistas alemanes, estadounidenses o canadienses.
Esta actividad cultural es combinada con ecoturismo (caminatas por senderos y cabalgatas) y turismo de aventura (canopy de 800 m de extensión) que ofertan también en el sitio a donde se llega en aproximadamente dos horas desde Cotacachi por una vía asfaltada y luego se asciende por un camino de herradura que permite el paso de un vehículo 4×4, lo que hace más emocionante el viaje y donde se degusta de un batido de zapallo con leche y panela, sancocho y caldo de gallina, sazonado (fréjol, yuca, plátano y pollo) y picadillo que el extranjero aprecia. (CM)