Vivandera

Miguel Ángel Rengifo Robayo

Uno de los espacios y acciones comerciales tradicionales ha cambiado en el desarrollo urbanístico, consecuente, es el destinado a las ferias populares; a finales del siglo 19 y bien entrado el siglo 20 las plazas de la ciudad realizaban sus ferias en San Francisco, San Agustín, Santo Domingo, San Sebastián, La Merced, y la tradicional plaza Rafael Cajiao o El Salto.

Una referencia fotográfica que logra evidenciar las actividades comerciales de este sector reposa en el archivo particular de Marco Karolys Baca (+) donde se mira una imagen de finales de 1940 con un conglomerado de comerciantes campesinos e indígenas de las zonas de San Buenaventura, San Martín, Colatoa, y el sector que durante años era el “huerto” de nuestra ciudad; era, puesto que la proliferación de plantaciones de brócoli, o rosas, San Silvestre o San Buenaventura, siempre se caracterizó por ser el huerto de nuestra ciudad, al igual que la mayoría de parroquias rurales del sector nororiental del cantón.

Uno de los personajes imprescindibles ha sido el de la “casera”, la comerciante o vivandera, la que entre hortalizas, hiervas de sal o dulce, legumbres, y otros productos tradicionales ha convivido en el paso del tiempo como aún se la reconoce, bonachona, de labia y trato persuasivo, alegre, con su tradicional delantal para ofrecer sus productos en el mercado.
El monumento a la Vivandera se lo construyó en honor a las vivanderas de la Plaza de El Salto a mediados de la década del 90 y colocado en la Plaza Sucre en su inicio, hoy luce en nuevo lugar, la plataforma de la plaza Rafael Cajiao entre los accesos principales a la plataforma, además de ello la marca ciudad luce importante en el pie de este espacio público.

La plaza de El Salto, llamada así por la Virgen del Brinco, va paulatinamente empoderándose al público que encuentra en ésta un ornato consecuente con su entorno, habrá de cuidarla y conservarla como tarea de todos.