Eduardo F. Naranjo C.
La mente es capaz de manejar información velozmente, lamentablemente está cruzada por la acción de la parte antigua del cerebro, donde residen emociones y pasiones que bloquean y distorsionan la precisión del ensamblaje de un pensamiento.
Lo opinión es el producto de una combinación de información obtenida de diferentes fuentes que permiten emitir un “juicio de valor” sobre determinado tema o situación. Para alcanzar cierto grado de certeza es necesario un análisis metodológico que permita emitir una opinión como conjetura. Cuanto más informado se esté y las fuentes sean fidedignas más validez tendrá esta.
Es frecuente la abundancia de “opiniones” de todo calibre, muchas cargadas de pasión, lo que nos hace un pueblo matizado; sin embargo, hay personas que por su formación y actividad está bastante bien informadas para dar veredictos y juzgar temas, pero en contraste hay opiniones con argumentos huecos, repetitivos o comprometidos por creencias.
En las ciencias exactas la emisión de una opinión requiere años de compilación de información y conocimiento sobre el tema para emitir una, que pueda ascender al nivel de hipótesis, la que deberá ser comprobada y verificada con numerosas repeticiones, para pasar a teoría.
En ciencias sociales resulta bastante más complejo emitir una opinión sobre un esquema político, porque somos variables al soplo del viento, sin embargo, las aplicaciones estadísticas permiten alcanzar un cierto nivel de predictibilidad, si se toman en cuenta variables concurrentes como: pan, techo y circo, sin embargo, hay posibilidad de manipulación. La misión periodística es evidenciar opiniones falsas y contradictorias, cuando la viveza y estupidez son consideradas opinión.