Un legado pesado

Manuel Castro M.


A pesar del silencio o prudencia del presidente electo, lo que recibe de su antecesor es un legado pesado. Hereda una ideología en decadencia, una deuda inmensa, un déficit fiscal impresionante y una publicidad configurada por los hermanos Alvarado, quienes lo acompañaron en su visita internacional, donde habló de paz y cooperación y se olvidó de la política exterior, de la corrupción, de la independencia de poderes y de señalar que sus colaboradores serán los mismos del Presidente saliente.


No es falta de esperanza lo que tenemos los ecuatorianos, es que pisamos en el suelo: no se puede gastar dinero que no hay, se ha acudido a la reserva monetaria, a la deuda externa para simular que vivimos una década ganada, a extender la mano para superar la crisis, sin una política que dé confianza, certeza jurídica y asentada en un mundo donde la tecnología y la educación hace que avancen los pueblos, sin necesidad de hablar de revoluciones, asambleas constituyentes y amor a los pobres y a una redistribución de una riqueza que no hay.


El licenciado Moreno sabe la verdad de cómo recibe el país, pero esa verdad no la va divulgar, pues empezaría reconociendo el fracaso político, financiero, económico de estos últimos diez años.


Nuevamente estaremos enredados en el estado de propaganda. Con timidez, aunque a alto costo, se trae un asesor griego –uno de los países más fracasados del mundo- para que recomiende el dinero electrónico, una posible desdolarización y cómo mantenerse socialista del siglo XXI.
Por diversos medios se llega al mismo fin: mantenerse en el poder. Esperemos las casas gratis así no haya empleos.