Futuro amarrado

No hay que ser demasiado perspicaz para darse cuenta que las segundas partes de la denominada revolución ciudadana serán iguales, pues ni siquiera cambiarán las caras de los funcionarios. El proyecto es el mismo. El cambiar el sistema es cambiar el éxito de los actuales gobernantes. O sea nuestra influencia en lo político, económico, de libertades es menor de lo que nos imaginamos.


Es común el error de creer que hay esperanzas de cambios fundamentales en el nuevo Gobierno. Juega con las libertades civiles, se calla ante las sanciones a medios y periodistas, se silencia ante las represiones en Venezuela, se sentencia que las coimas post mortem (cuando ya no son funcionarios) no están tipificadas como delitos. Como gran cosa se quiere despenalizar el aborto en caso de violación y no modificar la Ley de la Niñez, temas propugnados por Correa. Como dice Séneca: “Las penas leves hablan, las grandes callan”.


Sin el menor pudor se tramitan leyes represivas, se trata de crear una fuerza civil de protección a las autoridades, haciendo fisga y burla de la Fuerza Pública. Esto es un leve recuerdo de las SS nazis y en el presente de las Fuerzas Bolivarianas en Venezuela. Todo para mantener al pueblo callado y asustado, poniendo cara seria y palabras solemnes, que el viento y los Alvarados se las llevarán.


En lo económico, se pondrá a un distinguido deportista pelucón en la industria, para aparentar dinamismo y apertura comercial, después se lo reciclará como es costumbre oficial, pues nada ha cambiado, ya que lo importante es permanecer en el poder hasta que les echen, que es la ley de vida y de la verdadera democracia.


La oposición tiene que pensar y preparar un sistema alternativo democrático del actual sistema, antes de que nuevas generaciones crean que viven en una revolución.