¡ Qué nos viene !

Alfonso Espín Mosquera

Después de diez de años de Revolución Ciudadana y con un nuevo presidente del mismo partido verde, cabe preguntarnos qué nos viene, en un momento económico crítico, con un endeudamiento externo brutal, con escándalos de corrupción alarmantes y con un acontecer político particular, porque la mayoría de AP en la Asamblea ya no es lo que fue y aun la ganancia de la que se precian es mínima, pues la oposición puso el otro cincuenta por ciento.


Moreno sabe que se han cometido errores muy graves en todos los frentes, entendemos por eso que ha dado declaraciones en favor de la Comisión Anticorrupción, por ejemplo, aunque también ha sido advertido por el presidente saliente en la posibilidad de que “atente contra la década ganada”, como le llaman a este período los correístas. El nuevo Presidente conoce de los miles de venezolanos que se desparraman por el mundo y de la treintena de muertos en las protestas de estos días en Caracas, justamente bajo un sistema hermanado al ecuatoriano, también denominado como el nuestro: ‘Socialismo del Siglo XXI’ . Entendemos entonces que el nuevo mandatario sabrá que se está discutiendo una ley en segundo debate en la comisión respectiva, que pretende la creación de milicias ciudadanas similares a las venezolanas, posiblemente para dejarnos una vez que pase al Pleno y se apruebe, una última herencia de este régimen.


Moreno debe saber que tiene que ganarse a la otra mitad del país, en un estado de división que le deja su antecesor, pues no hay gremio, colegio profesional, estamento colectivo ni familia que no esté fraccionada con motivo y estrategia de este Gobierno saliente. No podrá gobernar con una asamblea partida, con la gente en las calles y con un desnivel financiero que aprieta sin compasión. El presidente Moreno entiende que, en bien de los intereses nacionales, debe cambiar de ruta, que sus ministros deben ser los conocedores de la materia, no los ‘amigotes intocables’, que vayan de cartera en cartera; que es mejor reconocer errores y enmendarlos, que no se puede imponer por imponer, que los consensos son válidos por la razón; de lo contrario, si se empeña en lo mismo de hace diez años, nos iremos al abismo y no habrá solución, cuanto la desesperanza y la miseria para todos los ecuatorianos.