WhatsApp y silencio

Kléber Mantilla Cisneros


El país se volvió ingobernable. Sus instituciones son poco creíbles. La desconfianza se esparce en cada esquina y plaza. La luz de antorchas y velas alumbra las intensas noches como muestra de rechazo. La sospecha de fraude, el apagón informático y otras irregularidades del pasado proceso electoral arrastran inevitablemente a más gente a la calle.


Otra gran mayoría se calla. Un ambiente cotidiano que delata inconformidad y silencio. Esto visto como una opción que no significa dejar de pensar o no tener voz.


En las universidades ecuatorianas que desde hace años no practican el pensamiento libre, combativo, resistente contra las injusticias e inequidades sociales. Cuando una academia es poco reflexiva, no tiene poder de convocatoria ni capacidad de organización social no merece la categoría democrática.


En tanto, el partido oficialista y la seudoizquierda latinoamericana que callan ante el quiebre constitucional y el fraude electoral en Venezuela y Ecuador, respectivamente.


La ‘revolución ciudadana’ continúa con muchos remiendos, cabos sueltos e inconsistencia que más parece el ejercicio de una propuesta política de odio, donde la Policía se lanza a reprimir a lo que se mueva. Ahora dicen que requieren de la empresa privada y al mismo tiempo requisan vituallas y provisiones voluntarias que vienen de manos privadas.


Mientras los manifestantes no se mueven, enfrentan frío y lluvia y son desalojados a diario, pero se reunifican en cualquier sitio y por cualquier cosa. Así el reconteo de votos parece ser lo de menos y la protesta ya es una bola de nieve que comienza a ser la filosofía de un reto.


Mientras el poder estatal intenta anular y destruir quirúrgicamente la resistencia y al presunto enemigo, la inconformidad se respira en el aire. Mientras el aparato represor busca monopolizar el descontento social, la alegría se vuelve ironía en la calle.


Mientras unos no remedian sino explotan el resentimiento para perpetuarse por cuatro años más, otros se vuelven familia, se autoconvocan con el WhatsApp del teléfono y hacen silencio.


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