La moda de las alfombras

POR: Ramiro Ruiz R.


¿Qué hacemos con este enfrentamiento político? Por un lado AP defiende el poder por todos los frentes posibles del Estado, incluyendo personas. En la otra cara, defienden los votos afiliados y simpatizantes de CREO, incorporados con electores de Guillermo Lasso.


La población dividida en la mitad haciendo honor al nombre de Ecuador, mitad del mundo, fraccionados por una línea imaginaria. Nos gusta la mitad de todo, mitad de inversión, mitad de calidad de la educación, mitad de servicio eficiente de salud, mitad de producción. Hasta la famosa ‘Tri’ ni siquiera llegó a la mitad. Nos acomodamos a vivir con la mitad de todo. Mitad del trabajo, del esfuerzo y del éxito, y no puede faltar la mitad del amor, “mi media naranja”, y la mitad del resentimiento.


Le llegó a la política. Mitad por la defensa del poder y mitad por la defensa de la democracia. ¿Por qué llegó el día de partirnos? Una de las causas es la obsesión por resucitar el marxismo. Esta ideología del fracaso se convirtió en retroamarxismo demagógico, hoy el nuevo populismo.


La otra causa es la debilidad mental de más de la mitad de ecuatorianos, presa del encantamiento del engaño de los candidatos populistas. Ahí están en el aire las ofertas de 150 dólares para pagar el bono de algunos pobres y de otras avispados que se dedican al eterno ocio. Esta actitud se instituyó en las colectividades del socialismo. Esa gente se sienta a la puerta de casa esperando la ayuda del Estado a cambio de producir la nada de su existencia.


Por otra esquina aparece la corrupción. ¿Quién no sabe que aquellos no quieren acabar con la corrupción, sino disimularla hasta que sea olvidada y los populistas puedan volver a empezar las picardías?


¿No sobran evidencias históricas de que el populismo sólo ha traído derroche, trampa, pobreza, deuda, habilidad en el contraataque a quienes defienden la libertad, la dignidad y respeto?


Otra fuente de fragmentación es el odio. Fomentar el odio provoca la exclusión y persecución al prójimo. El odio contra individuos o grupos envenenan a quien odia, juegan con el búmeran de este sentimiento verde. El escritor Standhal recomienda: “no desperdicies la vida en odiar y tener miedo”.


Tal vez, odiar ciertas ideas o comportamientos puede ser una forma de salud mental. No debe considerarse como delito, sino casi una obligación. Lo triste es que quienes defienden el populismo ni siquiera lo conocen, sino más bien les gusta la sumisión, tanto que se han transformado en alfombras de moda para que los líderes los pisen y escondan la basura.