No habrá debate

Manuel Castro

No es que Moreno tema un debate con Lasso, lo que sucede es que no ve para qué. Primero, tiene fascinación casi mística por el socialismo, y sus verdades para ellos no se discuten, se imponen, ahora en la urnas, porque les ha fallado obtenerlas con la violencia. Segundo, el rotundo fracaso del socialismo ocurrido en Venezuela, Argentina, Bolivia, Brasil, Nicaragua y Centroamérica, no se lo puede ocultar. Tercero, en un dialogo se puede decir cualquier cosa, como hablar contra los empresarios, banqueros y lograr la santificación de la envidia y el odio.


Desde luego los socialistas no son ciegos, pero con habilidad comprenden que hablar, no debatir, sobre la función destructora del capitalismo, genera votos, pero la verdad, que en el fondo es triste, como dice el Buda, es que su socialismo populista ha dificultado a los pobres salir adelante.


Mediante el diálogo o en la publicidad les queda formular ofertas: casas gratis, subir el bono de la pobreza, crear cuarenta universidades, pero ello es solo el cascarón, pues su fin es perennizarse en el poder, bajo su innegable ideología socialista y colectivista, donde el Estado es todo, lo que supone la negación de la persona humana, de su libertad y de sus derechos, centro de la concepción marxista. No son malos, no son criminales, algo peor: son equivocados, porque la política no debe convertirse en una religión, que permite hasta la corrupción gubernamental y su impunidad.


En un debate será insostenible mantener y probar que todo el mal de América Latina se debe al “neoliberalismo” y al imperialismo estadounidense, cuando ahora la denominada revolución ciudadana recurre a la China, a firmar acuerdos comerciales con Europa, para salir del bache y fracaso económico para mantenerse como una fuerza hegemónica.


Entonces, la clave para obtener para el país un salvador triunfo de Lasso en la segunda vuelta, y retomar el camino de la democracia, del progreso, más que ofrecimientos es vencer en el mundo de las ideas, de la cultura, de las conciencias de las personas, como alternativa a un populismo hipócrita y devastador.


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