Hoguera de ricos

Kléber Mantilla Cisneros

El gobierno intenta desviar la atención de los escándalos de corrupción que lo atañen de forma desatinada. Los viajes del presidente y de cada funcionario público tienen que ser auditados durante esta larga noche demagógica. En las narices del Consejo Nacional Electoral y con fondos públicos se realizan convocatorias para captar el voto de los migrantes y tratar de colocar asambleístas del oficialismo a cualquier costo. En clara desventaja del resto de agrupaciones políticas.


En Brasil se contratan los bufetes de abogados para enfrentar las denuncias de sobornos entregadas por Odebrecht durante el correato en medio de un silencio sospechoso. De hecho, se intenta concentrar la atención en otros funcionarios de Estados como son los alcaldes de Quito y Guayaquil. Claro, existen dudas y falta explicación sobre la continuidad de la mayor obra de la ciudad: el Metro. Y, muchos quiteños coincidimos en que se tendría que paralizar por razones financieras, arqueológicas, urbanísticas y geomorfológicas, pues siempre fue una decisión inconsulta.


Pero, la hoguera de la corrupción arde desde el centro de Petroecuador, en cada contrato minero, en épocas de decretos de emergencia y en esos subcontratos a dedo. Los nuevos ricos, que son reales, empiezan a danzar alrededor y a frotarse las manos a sabiendas de obtener un legislativo de mayoría que no fiscalice. El argumento del supuesto ‘cambio de matriz energética’ tiene que ser revisado documento a documento porque no puede ser que la historia contemporánea registre una farra de 300 mil millones sin responsables.


El periodismo de investigación tiene la obligación de colocar la vida de fiscales, jueces, policías, asambleístas, ministros y funcionarios involucrados en los escándalos de corrupción como sucede en el resto de países. Hay que producir pruebas, buscar declaraciones, dar seguimiento, reproducir y ampliar los datos. Por ejemplo en Brasil, diversas fiscalías y procuradurías reconocen su fracaso y contribuyen a indagar. No niegan su vinculación con Odebrecht o el caso Lava Jato. Por acá ¿esperamos una huida masiva?


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