Sin dinero y sin Correa

Daniel Marquez Soares

En la guerra y en los deportes de combate hay una famosa maniobra que los hombres más destacados emplean para silenciar a sus críticos: hacerle frente a los más poderosos recursos de sus oponentes, prescindiendo de sus principales herramientas. Si ganan así, callan de una vez por todas a todos aquellos envidiosos que le atribuyen su éxito a la suerte o a un único factor.


Por eso Muhammad Ali prescindió de su velocidad ante George Foreman y se expuso a sus golpes, supuestamente irresistibles. Por eso el general Giap se olvidó de la guerra de guerrillas y atrajo todo el poder de fuego francés a Dien Bien Phu antes de dar el golpe de gracia. Vencer así es una suprema declaración de superioridad que espanta a los adversarios y calla a los críticos.


Las circunstancias han obligado a Alianza PAIS a presentarse a estas elecciones sin sus dos principales armas: Correa y el dinero del petróleo. Si la 35 gana, no le quedará mucho que decir a una oposición que lleva 10 años achacándole sus derrotas a las virtudes del candidato enemigo y a la bonanza del Régimen y sus beneficios propagandísticos.


Alianza PAIS ha prescindido de sus mejores herramientas y la oposición sigue sin mostrar sus mejores armas. Durante 10 años, los opositores del Régimen han insistido en negarse a asumir la pelea con la seriedad que requería. Han pasado la década entera muy ocupados; la mitad del tiempo quejándose de la falta de modales del Presidente y la otra mitad lucrando a raudales, beneficiándose directa e indirectamente del gasto público.


Nunca supimos, y por esta vez tampoco sabremos, cuál era la verdadera fuerza de la oposición. Rafael Correa y su Régimen siempre han tenido claro lo que quieren: barrer todo vestigio de ese pasado en el que mandaba en el país algo o alguien diferente a ellos. Y siempre han demostrado que están dispuestos a lo que sea para lograrlo. Mientras, la oposición, pese a que la están triturando a diario, insiste en creer que no está enfrentando una amenaza a su existencia, que lo que tiene en frente es un oponente corriente, alguien con quien se puede conversar. ¿Hasta cuándo?


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