Decisiones y elecciones


Alfonso Espín Mosquera

Estamos cada vez más cerca de las elecciones y el porcentaje de indecisos será el que defina a los ganadores. Este sector, por cuestiones generacionales vinculadas con la tecnología, la cultura y la globalidad de un mundo aberrantemente consumista, en fin, por condiciones típicamente posmodernas, soslaya el quehacer político, sin entender la misión fundamental que les ha tocado.
Los candidatos se despepitan con ofertas de todo tipo en pos de ganarse un voto y detrás pululan sus partidarios, esperanzados en su porvenir personal, más que en el de la Patria. Caminan por donde nunca antes lo hicieron, se abrazan, besan, prometen, juran, agitan manos, hablan “maravillas”, se mojan y se secan; se sientan, bailan, hacen bromas, algo así como aquel refrán que dice: “en la guerra todo se vale”.
Hace unos días debatieron siete de ellos, a falta del candidato gobiernista, que rehuyó a toda costa el debate y, desde luego, sirvió para que el ingenio popular genere una suerte de pensamiento colectivo, a partir de un humor virtual que ha sacado más de una sonrisa. Todos sabemos que los oficialistas no tienen cara para explicar la debacle que le han causado al país.
Tampoco la oposición ha sido coherente. Apareció dividida, al punto que hay siete candidatos a la Presidencia y cada uno dice tener la solución para todos los males, en una suerte de torpe división. Lo que se necesita en este momento histórico es librarnos de la tiranía de este Gobierno, manchado por una corrupción sin nombre.
No es hora de hacernos los ideológicos, peor aún de volvernos los unos contra los otros, sino de pensar en el país a partir de una gran unidad que supere los intereses partidistas y nos dé un nuevo gobierno que empiece a solucionar tanta iniquidad, para lograr una vida digna y justa.


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