El modelo liberal

Por Ramiro Ruiz R.


En pocas semanas elegiremos un mandatario. El ambiente político está empañado de escándalos de corrupción. La sociedad todavía no ha decidido su voto. Hay cerca de un 40% de indecisos. Sin embargo, día a día, cada persona aclara el panorama y escogerá entre un continuismo estatizante, concentrador de poderes, controlador de las libertades y pésimo administrador de la economía. O posibilitar otro modelo político, económico y social.


Es significativo recordar algunas hechos de la historia, identificar el éxito de algunas naciones y valorar esas experiencias que pueden aplicarse en América Latina y en particular en el Ecuador.


En países como Venezuela, Argentina de los Kirchner, Bolivia, Ecuador y Nicaragua y otros países, el antiyanquismo ha sido una estrategia perfecta de los líderes populistas, para justificar la incompetencia y la ruina institucional y distraer la atención de la corrupción. Para ellos, todo se debe a conspiraciones de los malvados yanquis, de la CIA y sus sirvientes, de opositores y disidentes supuestamente al servicio del enemigo.


El pensador Alberdi observó que EE.UU. debe su éxito a su cultura y tradición liberal. Y América Latina es lo que por su cultura estatista, asistencialista, populista y a las instituciones extractivas. Mientras, según los académicos, Amedeus Acemoglu y Charles Robinson, las instituciones inclusivas que prevalecen en los países liberales fomentan la actividad económica, el crecimiento de la productividad y prosperidad económica mediante la protección de derechos de propiedad, servicios públicos confiables, libertad contractual y mantenimiento del orden.


El asambleísmo constituyente es típico del populismo. Los gobiernos liberales garantizan el derecho a la vida, la libertad y a perseguir la felicidad. Los franceses, algunos gobiernos de América Latina y partes de Europa continental, creen que el gobierno debe garantizar el derecho efectivo de ser felices. Los liberales no esperan nada que no sea de ellos mismos y su propia energía.

El espíritu liberal está convencido que la persona aprende desde su nacimiento que es preciso apoyarse en sí mismo para luchar contra las dificultades de la vida. El gobierno es mejor cuando menos gobierna.