Unos toman y otros se chuman

Alfonso Espín Mosquera


Hay un adagio popular que dice: “Unos toman y otros se emborrachan”. Viene muy bien al enterarnos que la justicia ecuatoriana dictó prisión preventiva en con contra de Fernando Villavicencio, quien investigó y denunció el caso “Capaya”, mientras Carlos Pareja Yannuzzelli, vinculado en la red de corrupción de Petroecuador, quién sabe donde de USA estará gozando del dinero mal habido.


Pensemos en la dimensión y la celeridad de los dos casos y la justicia: Carlos Pareja Yannuzzelli habría recibido un millón por favorecer a empresarios que lograron contratos con la petrolera estatal.

El dinero fue sacado a Panamá, a la empresa que lleva las iniciales de su nombre: Cayapa; Villavicencio, sentenciado por supuesto ‘hackeo’ de información reservada de funcionarios oficiales. El primero bien, gracias, en USA, y el segundo, periodista investigador y denunciante de muchísimos casos de corrupción, ahora con pasaporte a la cárcel.


Los antiguos y su sabiduría popular dirían ante lo indignante de estos actos: “los pájaros contra las escopetas”, como dando cuenta de lo absurdo que supone el hecho. Vale que recordemos como en el caso del ex asambleísta, Galo Lara, viajaron varias autoridades del Gobierno a tramitar su extradición y poco tiempo después lo trajeron y ahora guarda prisión en la cárcel. Seguro en este caso de corrupción de Petroecuador nadie irá, igual que en el caso del primo del Primer Mandatario.

Ningún funcionario de tercera ni cuarta categoría, peor pensar que el Ministro del Interior, el Fiscal General o el Vicecanciller van a tramitar la extradición. Ni solos, peor en conjunto.


Da qué pensar, ¿será que ciertos personajes son intocables como el señor Yannuzzelli o el “economista” Delgado? ¿Será que hay funcionarios del régimen a los que nos les conviene que comparezcan los fugados en el caso de corrupción de Petroecuador?


La justicia se mueve al son de los hechos y personajes. Hay ritmos y ritmos, unos que van lentamente y se silencian hasta lograr la impunidad y otros en los que se aceleran y se vuelven efectivos. Mientras los mismos sean árbitros y jugadores o como se dice vulgarmente: “juez y parte”, la justicia será injusta y peligrosa.

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