¿Será posible poner fin a la impunidad?

ATILIO RUGEL ALBÁN

¿No será como correr como los niños tratando de alcanzar el arco iris? La Fiscalía de Esmeraldas para demostrar que no están como figura decorativa calentando asientos en la delicada función de colaborar con la justicia, hace una exhortación al pueblo para que denuncie las irregularidades que se viven “en el día a día” en el territorio provincial, las que deben llegar a esas dependencias y que equivale a decir en el más simple lenguaje “muchos ruidos y pocas nueces”.


Con este motivo organizaron una casa abierta bajo la consigna ‘Por la no impunidad’, bella frase que nos permite el idioma Castellano por sus apetecidas acepciones que tiene. Mientras no lleguen a los cargos directivos personas curadas de los pecados que acumulan y, sobre todo, de la tentación que lo alimenta esa fuerza invisible del más recalcitrante maquiavelismo “donde el fin justifica los medios” toda acción será inútil porque será como “haber arado en el mar”.


Un Juez que imparte justicia debe reunir cuatro características, a saber: Escuchar cortésmente; Responder sabiamente; Ponderar prudentemente y Decidir imparcialmente. Si fundamentaran sus decisiones sobre estos preceptos otro sería el cantar.

Pero qué difícil que resulta. Mucha razón tiene el Comandante de la Policía de Esmeraldas en declarar a la prensa que la lucha de ellos por combatir la delincuencia resulta estéril, porque, además de arriesgar la vida, se ven impotentes porque al poner en manos de la justicia a los infractores de la Ley con los debidos justificativo, los reos salen con una facilidad a través de medidas sustitutivas como acaba de suceder en San Lorenzo y otros cantones de Esmeraldas.


Parece que no aplicaron lo que aprendieron en la Universidad si es que en verdad realizaron un estudio serio y no son producto del mercantilismo de la educación. Yo creo que una autoridad debe ser seleccionada de manera responsable y no por influencias ni compadrazgos políticos, donde les conminan a pasar a segundo plano y prevalece “el a ti te toca”, como cuota de poder.

Por eso y con razón se dice que las cárceles están llenas de personas que no tienen dinero para defenderse y porque debe asegurarse para una buena administración de justicia que las autoridades escogidas no sean manipuladas o demasiado susceptibles a la voz de una autoridad superior y que, sobre todo, se aparten del pecado de la tentación de caer en esa frase célebre “qué poderoso caballero es don dinero”.