EL PODER DE LA TRI

Por Ramiro Ruiz R.


¿A quién le importa la deuda en el Ban Ecuador o la del Banco del Pacífico? ¿Qué puedo hacer con las malas noticias de tráfico de drogas y la corrupción? Por dos días dejé a un lado estos acontecimientos desastrosos, especialmente la gigantesca deuda externa. Simplemente me senté en el sillón frente a la tele para ver los partidos de la Tri.


Por ahora no serán importantes los candidatos a la presidencia de la República de este país hermoso con economía arrugada. Cada uno de ellos está seguro de que ganará, pero solo hay un sillón. Hasta el Gobierno verde que pensaba regir 300 años, está con un pie en la vereda. Así es la vida. Todo termina. La gente no le quiere más por pedante, vanidoso y vacío. No importa tanto como los partidos de la Tri con la selección de Chile y Bolivia.


El Ministerio de la Felicidad no pudo hacernos felices. Se dedican a comer mangos, sumergen los cerebros en la meditación trascendental y se someten a hacer gimnasia oriental. Pendejadas. La Tri es pasión.


Como si la felicidad estuviera en un ministerio. Despistados. Sin embargo, y a lo mejor, el Gobierno tenga razón. Por desgracia olvidaron crear otros ministerios importantes quizá más de los que existen: el de la tranquilidad, de la sonrisa, de la libertad, y por qué no, de la dignidad, del respeto y del amor. Mejor pongo un lado estas ideas ficticias.


Lo real y verdadero es que la Tri nos devolvió la seguridad, la alegría y el orgullo de ser ecuatorianos. Los guambras de algunas razas y culturas pertenecen a un mismo país, y a una historia que nos identifica. Juegan sin rencores ni envidias. La Tri tiene un inmenso poder. Hace gritar a millones. La gente mira extasiada cada juego. Ningún gobierno ha ofrecido tanta alegría, tristeza, desencanto y certeza como once jugadores.


Ellos se esfuerzan cada día para jugar apenas 90 minutos. Sin proponerse facilitan trabajo a miles de personas. Son famosos y tienen miles de seguidores. Un triunfo o un empate nos devuelven la autoestima y creemos que si podemos ganar los partidos de la vida de cada día, con la familia, el trabajo y en este lindo país de albazos y pasillos.