Candidatos, campo y ofertas…

Alfonso Espín Mosquera

¿Quién ganará, por quién habrá que votar, quiénes serán esos candidatos, saldrán iguales que los actuales, se compondrá el país, habrá empleo? Estas y otras preguntas se hacen los electores en medio de la lucha por la supervivencia a la que nos tienen sometidos los gobernantes, en un país carísimo y sin aparente solución a corto plazo.


Los candidatos están pensando en los posibles triunfos, organizándose con la plata para invertir en sus campañas, sujeto a devolución con creces una vez logrado el triunfo; otros ya están ofertando el oro y el moro. La mayoría buscando con quién pactar: diablos o ángeles, de cualquier color, denominación credo o ideología. El gobierno estará alistando su artillería pesada para disparar a diestra y siniestra con el objetivo de mantenerse a como dé lugar, de cubrirse la retirada o mejor de permanecer ‘incólume’.


Mucho habrá que temer que entre los servidores públicos surjan los temores por mantener sus trabajos y entregar su voto a los actuales creyendo que así se mantienen sus sueldos; conscientes de que emprender en algo, invertir en un negocio, hacer algo en beneficio de la familia, es una especie de delito, porque le caen los tributos sin medida, sin equidad, como ocurre con muchísimos sectores productivos del país, a quienes este gobierno jamás les ha regresado a ver, peor apoyado en algo, tal el caso del sector ganadero, concretamente el productor de carne, que tiene que luchar a sangre y fuego con el contrabando de ganado de Colombia, de donde vienen reses más baratas porque los costos de producción son más bajos y al gobierno no le importa. Igual pasa con los palmicultores, cuyo precio de venta por tonelada de fruta no alcanza ni para lograr el punto de equilibrio, mientras las extractoras, mayoristas de aceite, se enriquecen sin medida diariamente.


Ya aparecerán los candidatos con la bandera del agro al viento y como siempre se olvidarán de él cuando pasen las elecciones, nombrarán poetas, físicos, contadores, cantantes o lo que fuese de ministros de agricultura y ganadería y se dedicarán a la buena vida y al disfrute de sus cargos, según el mal ejemplo de este gobierno que en algún momento reconoció su desafecto por el campo, pero igual no ha hecho nada ni antes ni después.