LA LECCION DE DILMA ROUSSEFF


Por Ramiro Ruiz R.


A esta mujer de hierro, nunca le vieron llorar. Pero sollozó estremecida él día que recibió el informe final de la Comisión de la Verdad, y confirmó 434 muertos o desaparecidos durante la dictadura militar (1964-1985) y ella también fue victima.


El juez le condenó a prisión por pertenecer a un grupo armado y clandestino, responsable de asesinatos y robos bancarios. Dilma tenía solo 22 años. Aunque su participación en la lucha armada no se aclaró, la mayoría de los informes coinciden que no estuvo involucrada directamente en operaciones subversivas o en asesinatos.


Han pasado años de esos acontecimientos tristes. Hace pocos meses la actual ex presidenta de la República del Brasil, Dilma Rousseff, fue acusada de maquillar las cuentas públicas para esconder el caos económico de Brasil. El senado le destituyó sin una señal de duda.


En Brasilia siempre se dijo que Rousseff mandaba, no escuchaba, peor dialogaba o negociaba. Para sus seguidores, era la actitud de una mujer de determinación. Sin embargo, los opositores le observaron como una presidenta arrogante.


Hace seis años recibió la banda presidencial y la herencia de gigantesca popularidad de su padrino. Tomó un país pujante, con una de las economías emergentes más importantes del planeta, y un modelo eficiente de reducir la pobreza.


Deja la presidencia con mínima aprobación social, sin antecedentes históricos. Abandona a un Gobierno golpeado por el escándalo de corrupción en la empresa estatal Petrobras. Las justicia exigió el arresto de algunos políticos de su partido y el mismo Lula Da Silva está entre la cruz y el agua bendita.


Algunos gobernantes reaccionaron inmediatamente con sus opiniones. Los representantes de Bolivia, Venezuela, Nicaragua y Ecuador que integran la Alianza Bolivarina (ALBA) condenaron “el golpe de Estado parlamentario”. El Presidente Correa afirmó que le destitución de Dilma Rousseff es una “apología” al abuso y la traición que recuerda las “horas más oscuras de nuestra América”


La Cancillería de Ecuador rechazó “la flagrante subversión del orden democrático en Brasil y destacó que políticos adversarios y otras fuerzas de oposición se confabularon contra la democracia para desestabilizar al Gobierno y remover de su cargo de forma ilegitima la presidenta Dilma Rousseff”.


Estas opiniones confunden el significado. Sugieren que la corrupción es similar a la democracia. Enredan el respeto a la constitución con un golpe. Rousseff maquilló las cuentas públicas para mostrar el mundo una economía falsa y encubrió la corrupción. La lección es terminante, no se puede poner a un lado la constitución y peor la justicia.