A los cuarteles

Jorge Oviedo Rueda

Los ecuatorianos siempre supimos que habían tres profesiones convenientes: el sacerdocio, las Fuerzas Armadas o la Policía Nacional. Ser “cura”, “milico” o “chapa” era entrar en el gueto de los privilegiados.


En los tres casos estuvo establecida la más rígida jerarquización de los mandos. Esa característica ha permanecido como argamasa cohesionadora de la institucionalidad militar y eclesial. Para la corriente conservadora ha sido también su ideal de nación. En ella se refleja el orden y la tradición que se concreta, en la base, con la familia patriarcal.


Alfaro le dio moldes legales a esta vieja tradición enraizada en los ejércitos coloniales. Desde él tenemos un ejército profesional que vive del erario nacional y cuya misión primordial es defender nuestra soberanía nacional. Toda interpretación que pretende ver a las FF.AA .como “garantes de la democracia” o “defensoras del orden interno” es un invento de los sectores dominantes contra los intereses del pueblo.


Cambiar esta realidad significa cambiar la naturaleza de las instituciones militares, construirlas desde la base con el pueblo y sólo puede ser obra de un revolucionario. Sólo a un loco se le ocurre querer subvertir ese orden con base en su palabra y su prestigio. En estas instituciones está el núcleo de nuestros males, cambiar su esencia es hacer una revolución.


Correa lejos está de ser un revolucionario, no podrá obligarles a los militares a permanecer en sus cuarteles, ni recordarles que el pueblo es el único garante de la democracia ni impedirles que salgan a reprimir. Está atrapado en la trampa de la democracia representativa. No puede volar con libertad.


Como en todo, Correa sólo es bueno para poner las cartas sobre la mesa, no para solucionar los problemas.


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