¿Sobre qué escribir?

Carlos Freile

Miramos en torno nuestro, seguimos las noticias por varios medios, conversamos con personas enteradas y el resultado es el mismo: el corazón encogido y la mente paralizada por tantas y tantas malas noticias o por una cantidad inimaginable de presagios oscuros. Desde el “¡Me les lanzo, me les presento!”, con su condumio de desprecio total por las leyes y el espíritu elemental de la democracia, sumado el silencio de las intituciones llamadas por la Ley a salvaguardar las bases de esa convivencia republicana mínima. Tenemos que escribir contra esa impavidez crónica.


Pero surge por allá un atentado, muertos inocentes, un anciano sacerdote degollado tal vez porque hace mil años los cristianos europeos respondieron a sangrientas invasiones cuyos efectos perduran inmutables hasta hoy. Y en otro lugar del planeta un señor se declara católico y favorece el aborto; cerca de él otro pretende expulsar a todo inmigrante como posible criminal.


Entre todos estos temas, ¿cuál debe merecer nuestra atención y la de los amables escasos lectores? ¿O escribir sobre nuestra mala memoria que en este preciso instante nos juega la pésima pasada de no recordar los versos de algún poeta (con nombre también olvidado) que se preguntaba si podemos seguir hablando de amor en un mundo con personas hambrientas, o lucubrar sobre la poesía con guerras destructoras en varias partes del mundo, con….?
A veces nos llena la tentación del silencio por asco frente al servilismo de los correveidiles, por desprecio a los lacayos sin pudor. Otras anhelamos callar por dolor, simpre y llano dolor frente a nuestra impotencia para detener matanzas y atentados y frente al quemeinportismo, frente a la complicidad o por cobardía o por interés o por descarnado odio a una cultura, la cristiana, moribunda por inanición, a pesar de que a ella se debe lo mejor de Occidente.


En ocasiones cada vez más frecuentes nos apaga el teclado la vergüenza de ser humanos, con una fraternidad inevitable con los monstruos, cómplices callados del crimen, con la mirada limpia hacia el luminoso atardecer.


[email protected]