Silencio y miedo

Silencio y miedo
Silencio y miedo

El canciller Long, al contestar en Ginebra las denuncias sobre violaciones de los Derechos Humanos presentadas por activistas sociales, aseveró que “en el Ecuador hay libertad de expresión” y que no hay ninguna represión. Lo hizo en la cara de las víctimas, todas mujeres. Tan descarada afirmación es una mentira con la agravante del engaño.


Long está de acuerdo con las medidas que coartan la libertad de expresión, las sanciones a los medios de comunicación y el poco respeto a los Derechos Humanos. No porque que sea un francés malo, sino porque su pensamiento político es el de un gobierno autoritario. Que, por eufemismo o miedo, no se le llame dictadura es otro cantar. Igual sostiene el gobierno venezolano, cuando no permite a su Congreso actuar por ser de oposición y lo quiere extinguir.


No se puede confiar en un Presidente que nos divide y nos enfrenta, y eso hay que decirlo en voz alta, sin miedo. No se puede ser neutral donde no funciona la división de poderes, donde una Ley de Comunicaciones amordaza a cualquiera que opine diferente al poder. Donde no hay fiscalización, donde se enjuicia, se apresa y se sentencia a la carta “porque el Estado no puede perder un juicio”. El que no tome partido frente a tales abusos o es sumiso o tiembla de miedo.


Los gobernantes autoritarios quieren que los periodistas se callen. Eso es lo que defiende el señor Long. O ver a toda a la oposición en cárcel. No es que hay dos puntos de vista, es obvio que existan. Lo lamentable es el método que emplea el poder para imponerse. El eminente periodista mexicano Jorge Ramos afirma: “Hay seis ramas en las que siempre debemos tomar partido: racismo, discriminación, corrupción, mentiras públicas, dictaduras o gobiernos autoritarios y Derechos Humanos”.


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