Respuestas raras

Llaman la atención ciertas réplicas a determinadas opiniones sobre temas candentes: muchísimos ciudadanos ecuatorianos han mostrado su desacuerdo con los cambios propuestos por la Asamblea Nacional a la cédula de identidad. Se basan en una concepción del ser humano con vertientes filosóficas, antropológicas, sociológicas, por la cual sostienen la existencia de una naturaleza humana definida. Me refiero a las réplicas que usan la condición laica del estado para refutar esos puntos de vista. De hecho los opositores no han esgrimido ni una sola vez el argumento religioso, pues no lo necesitan. Cuando los estoicos o Aristóteles defendían la realidad de la naturaleza humana no apelaban a la religión, consideraban que la mera razón, limpia y pura, lleva a la convicción de la verdad de tal naturaleza.


La aceptación de una naturaleza humana, también por razones biológicas y genéticas, conlleva la defensa de ciertos valores universales y permanentes: la persona como base de cualquier construcción social y política; la familia como única expresión completa y eficaz de la persona y como escenario natural de cualquier desarrollo y perfeccionamiento; el deber y derecho de los padres a educar a sus hijos de acuerdo con sus convicciones y de oponerse a la intención abusiva del estado a entrometerse en ello con el peligro de caer en totalitarismos más o menos disfrazados.


En los párrafos anteriores no he apelado a la religión para postular la existencia de la naturaleza humana y de los valores concomitantes, en consecuencia no se me podría argumentar en contra en base a apelar al laicismo del estado. En lógica esta conducta se llama sofisma del hombre de paja: no se refutan los argumentos del otro sino que se inventa un opositor ficticio para poder aniquilarlo. Si una persona defiende la naturaleza humana no por eso es nazi, sino exactamente lo contrario. Si alguien defiende la familia natural, presente a lo largo de la historia, no por eso impone una religión ni se convierte en asesino. Apelemos a la honradez intelectual y rechacemos los hombres de paja.


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