Sin los cinco sentidos

Estoy convenciéndome sobre la falta de sentidos del Señor Presidente. Parece que el mandatario perdió estas facultades, algunas desde casi el inicio de su mandato. Por ejemplo, oído nunca ha tenido, jamás ha escuchado a nada ni nadie, por eso hace caso omiso de los clamores populares.


En cuanto a la vista, es el único ciudadano que no ve la realidad del Ecuador, de lo contrario no se explica cómo dice que este país es un ‘cielo’, que no pasa nada, que ante el desempleo es cosa de usar “tarjetas de crédito”.


Mientras, cientos de administrativos de la Universidad Central se quedan sin trabajo, la ensambladora Maresa se cierra, cantidades de servidores públicos no son renovados en sus contratos, los pozos petroleros se venden a empresas privadas, los GAD del país no reciben sus asignaciones, pero él no ve nada. Ciertamente creo que está ciego.


Hablemos de tacto. Nunca lo ha tenido y ahora está, si no más furibundo, más ampuloso que nunca para vanagloriarse. Del gusto, le encanta comer en todo lado y cantar en las vigilias “por la democracia”. El olfato político es indescifrable, porque asoma de amigo de los que menos se piensa, cosa que podría hacernos advertir que, o tiene tapada la nariz, o es un ‘zorro’ de las trincas políticas. No sabemos si Dahik, los Bucaram o Noboa, hoy estarán de aliados.


Me da la impresión de que el presidente Correa niega la Historia. Según él, todo comenzó desde el día que ellos llegaron al poder, lo demás no existe; con seguridad tampoco le importa ya la suerte de la Patria, salvo su figura “insigne” para el futuro. Es convertirse en una especie de Velasco, quien logró encaramarse cinco veces en el poder o permanecer, a sabiendas de las calamidades que vive el pueblo, como un sujeto político sin parangón en las láminas de historia de los cuadernos escolares.


Qué aguante el de sus coidearios, cómo le han soportado, más bien le han vivado ciegamente sus berrinches, exabruptos, me pregunto si no estarán arrepentidos muy en lo profundo. En este momento, con una oposición tan dividida, con una crisis mundial tan fuerte, sin trabajo y más, cabe preguntarnos: ¿Y ahora quién podrá defendernos?


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