Los nuevos ricos

Este sábado no seguí la sabatina. Me la perdí y, cuando eso sucede, uno va del “corazón a sus asuntos” como el alumno que va a un examen sin haber asistido a las clases del profesor. Pero los chismosos de las redes sociales me enteraron que había desafiado a la oposición a que le digan cuales son los “nuevos ricos” que están en su Gobierno. Los comedidos ya le han publicado una lista más larga que un rollo de papel higiénico.


Me parece tragicómico el pedido, propio de un mandatario nervioso que se quiere convencer de que los lobos que le acompañan son vegetarianos. En un Gobierno de definición pequeño burguesa, que hace del oportunismo el método para trepar, del arribismo el estilo para destacarse y del adulo el aceite para brillar, es imposible que haya un ambiente de desinterés y sacrificio. Los “nuevos ricos” de la RC no lo son sólo porque han incrementado su patrimonio, sino porque se consideran una nueva clase, aupada en el taburete del poder y en condiciones de mirar por sobre el hombro a los que no tienen su misma suerte.


Una revolución verdadera prepara su vanguardia político-espiritual antes de la toma del poder, para la toma del poder y para sostener el poder. Cuando eso suceda, jamás será necesario pedir a la oposición que señale a los “nuevos ricos”, porque todos tendrán como distintivo y meta la humildad revolucionaria. Una revolución verdadera es una empresa colosal de entrega; una caricatura de revolución, es una pasarela de vanidades.


Esa nueva clase que vive en barrios exclusivos, hace compras en Miami, habita casas que parecen mansiones, son los nuevos encomenderos del imperio, ahora con membrete de revolucionarios y, lo tragicómico es que, casi todos no lo saben, porque no tienen ideología.


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