El astuto y el que no

Abundan los rumores y las teorías de conspiración. Unos hablan de supuestos problemas personales y otros señalan a la crisis del modelo económico cuando se les pregunta por el motivo de la ausencia de Rafael Correa en las próximas elecciones presidenciales. No obstante, la principal razón detrás del repliegue presidencial parece ser, como es usual en su equipo, una calculadora estrategia para llegar al poder y mantenerse en él.


El mandatario, de abstenerse de participar en la siguiente contienda, estaría demostrando la misma astuta prudencia de los socialcristianos en 1998 que, a sabiendas de la bomba de tiempo que era la economía, prefirieron ponerse a buen resguardo, lejos del Poder Ejecutivo. Correa, hasta el momento, está haciendo lo correcto. El avión que pilota está averiado. Se ha dado modos de estabilizarlo, evitar que caiga en picada y hacer que el descenso no sea tan doloroso ni abrupto para los pasajeros. Aspira a saltar en paracaídas y dejar que sea otro el que esté al mando cuando toque tierra.


Correa ha logrado acumular, en estos nueve años, una popularidad envidiable que permanecerá intacta si se retira ahora. Tendrá por delante un cómodo y saludable retiro temporal en un país lejano, lejos de la culpa y de las demandas, consagrado a la cátedra, las entrevistas y los escritos.


Quien quiera que acepte gobernar en los próximos años, sea del partido que sea, terminará catalogado como uno de los ciudadanos menos astutos de nuestra historia. Se hará cargo del país en el peor momento, llevado por el absurdo error de creer que la gente tiene memoria y, más ridículo aún, que le agradecerá su sacrificio. Día a día, pagará los platos rotos de una crisis que no fue su culpa, compitiendo contra la memoria del próspero pasado reciente.


Sería ingenuo pensar que un hombre joven, con energía y, sobre todo, tan apasionado no solo por el ejercicio del poder, sino también por sus intrigas como Correa, se retire definitivamente. Después de un breve lapso de descanso de la despiadada poda política que será la crisis, volverá. Mientras no haya una versión mejorada de él, volverá.


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