Nueva bulla

En todos los años que lleva como Presidente, son poquísimas las veces en las que Rafael Correa se ha medido con personas dotadas de información, velocidad de respuesta y facilidad de palabra similares a las de él. Podríamos decir que, puertas adentro, se acostumbró a debatir con gente menos inteligente, ya que las pocas veces que tuvo interlocutores a la altura fue con colegas o periodistas extranjeros (Álvaro Uribe, Jorge Ramos, etc.).


Alberto Dahik y Mauricio Pozo, en el debate económico de hace unos días, han sido los primeros rivales a la altura que vienen a la mente que ha tenido en todo este tiempo; Rodolfo Muñoz y Ramiro González, a la vez, sirvieron para recordarnos cuál ha sido el nivel y el comportamiento usual de secuaces y rivales en esta época deprimente.


¿Cómo llegamos a ese punto? Cuando uno piensa en las sucesivas masacres, humillaciones y abusivos atropellamientos que fueron las entrevistas y los debates en los que ha participado Correa desde sus inicios, tiene la tentación de pensar que estábamos ante una sequía de cerebros, sobre todo en la oposición. Como bien sabe todo aquel que se desenvuelve en nuestro medio, Ecuador tiene mucha gente infinitamente más inteligente de lo que el nivel de la prensa o los políticos de oposición sugieren. ¿Por qué, entonces, prefirieron guardar casi una década de silencio, a un costo tan alto?


Bajo este Régimen, quien dice algo que desagrada a los poderosos, por muy ciertas que sean sus declaraciones, se expone a ver sus trapos sucios más íntimos y su más oscuro pasado exhibidos en público. En semejante época de bonanza, hasta hace poco, nadie tenía prisa por opinar. Cualquiera con dos dedos de frente prefería no exponerse al escarnio público y mantenerse al margen. Solo los codiciosos y los incautos metían la nariz.


Ahora las cosas han cambiado. Sin el consuelo de la abundancia, muchos de los que estaban hasta ahora callados empezarán, por necesidad y responsabilidad, a opinar. Quizás, una de las pocas cosas buenas que nos traiga este súbito empobrecimiento sea un debate público de mejor nivel.


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